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10/10/2016 07:01 hs

De Saint-Exupéry, inédito

Río Cuarto - 10/10/2016 07:01 hs
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En su visita a la Tierra, el niño de cabellos de oro conoció a personajes que luego no pasaron al libro, como el crucigramista de este capítulo inédito, que Saint-Exupéry desechó, y que se recoge en 'El principito. Enciclopedia Ilustrada', de Christophe Quillien

Los encuentros de 'El principito'
«Es un planeta extraño», se dijo el principito mientras viajaba. Había ido directamente desde el desierto hasta el Himalaya. ¡Deseaba desde hacía tanto tiempo conocer una montaña de verdad! Poseía tres volcanes, pero le llegaban a las rodillas. Se apoyaba a menudo sobre el que estaba apagado, pero apenas le servía de taburete.
«Desde una montaña alta como esta montaña -se dijo-, podría ver a toda la humanidad a la vez». Pero no vio nada, sólo picos de granito bien afilados y grandes desprendimientos de tierra amarilla. Si se reuniera a todos los habitantes de este planeta uno al lado del otro apretados como en un mitin, los blancos, los amarillos, los negros, los niños, los ancianos, las mujeres y los hombres sin olvidar uno solo, la humanidad cabría toda entera en (palabra ilegible) de la isla de Long Island.
Si tomáis un mapamundi escolar y lo perforáis con una aguja, la humanidad se albergaría toda ella en la superficie de este orificio de aguja. Yo mismo, es cierto, había visto a lo largo de tres años de vuelo cuán vacía estaba la Tierra. Y en efecto, las rutas y los caminos trazados nos hacen ilusión porque los hallamos allá donde hay hombres. Pero, si uno pone un pie fuera de esos caminos, no encuentra nada. Había estado reflexionando sobre todo eso desde arriba sin mucha atención. Es gracias al principito como he podido verlo un poco más claro. «¿Dónde están los hombres?», se preguntaba el principito desde que empezó a viajar.
Encontró al primero de ellos en una carretera. «¡Ah! Ahora sabré qué es lo que piensan sobre la vida en este planeta -se dijo-. Mira, quizá este sea un embajador del espíritu humano».
Buenos días -le dijo con alegría.
Buenos días -repuso el hombre.
¿Qué haces?
Estoy muy ocupado -replicó el hombre.
«Claro que está muy ocupado -pensó el principito-, pues habita en un planeta muy grande. Hay tanto que hacer...»
Y él no quería molestarlo demasiado.
Quizá te pueda ayudar -le dijo, sin embargo, pues tenía muchas ganas de ser útil.
Quizá -contestó el hombre-. Hace tres días que trabajo sin resultados. Busco una palabra de seis letras que empieza por G y que significa 'gargarismo'.
Gargarismo -dijo el principito.
Gargarismo -dijo el hombre.

Probablemente, El principito no hubiera existido sin la aventura americana de Saint-Exupéry. En diciembre de 1940, el escritor -piloto de guerra, no se olvide- se embarca en el transatlántico Siboney, rumbo a Nueva York. Su objetivo es convencer a los Estados Unidos para que entren en el conflicto, lo que provocará la desconfianza del FBI.
Antoine de Saint-Exupéry, sin embargo, es recibido como una gran personalidad del mundo de la cultura. Su libro Vuelo nocturno ha sido un éxito de ventas; incluso, se ha adaptado al cine, en una película protagonizada por Clark Gable. El escritor francés es una celebridad, que frecuenta a actores famosos como Greta Garbo, Marlene Dietrich, el mismo Gable o Charles Chaplin, y a pintores de moda.No habla inglés, y se niega a aprenderlo, ya que opina que el contacto con una lengua extranjera puede perjudicar su estilo literario. Vive el ambiente del mundo del cine y le encargan el guión para la película Anne Marie, de Raymond Bernard, protagonizada por Annabella, una buena amiga del escritor.
En Francia se ha firmado el armisticio con Alemania, de modo que convive el gobierno títere de Vichy con la resistencia, comandada por De Gaulle. Es un país dividido, y Saint-Exupéry, en noviembre de 1942, hace un llamamiento a la unidad de los franceses a través de los micrófonos de la NBC. Lleva ya dos años en Estados Unidos. Aunque vive un exilio dorado, se siente desarraigado. Le gustaría regresar.
Mientras tanto, entretiene su ocio, jugando al ajedrez y a las cartas, y haciendo una vida mundana. No abandona la escritura. En ocho meses escribe Piloto de guerra, que, tras un suculento anticipio, se publicará en 1942. Ese mismo año empezará a escribir El principito a sugerencia de Elizabeth Reynal, la esposa de su editor neoyorkino. La escena, tal como se refleja en las páginas de El principito. Enciclopedia ilustrada, de Christophe Quillien (Lunwerg) fue más o menos así. El editor Eugene Reynal, que había publicado Tierra de hombres, está comiendo con su esposa y Saint-Exupéry en el Café Arnold, de Nueva York. Durante el almuerzo se habla del éxito de Mary Poppins, una novela de Pamela Travers que había publicado ocho años antes. Y la mujer del editor le pide a Saint-Exupéry que escriba para ellos una historia juvenil. Le sugiere hacer un cuento de Navidad. En noviembre de 1942 se firma el contrato y le pagan un adelanto de 3.000 dólares, pero Saint-Exupéry no escribe ningún relato navideño.

Algunos amigos del escritor han dado detalles y han contado anécdotas para mostrar el origen de El principito. Parece ser que la historia ya estaba dentro del escritor y la inspiración para el libro proviene de su infancia: de aquellas vacaciones felices en el castillo Saint-Maurice-de- Rémens, propiedad de Gabrielle de Lestranger, su madrina y tía abuela. En aquel enorme jardín, aislado del mundo, el pequeño Antoine miraba el cielo lleno de estrellas y planetas de todos los tamaños, que imaginaba con vida propia. Otra de las influencias para su libro fue el recuerdo de las historias que le leía su madre, Marie, con quien estuvo tan unido. En Cartas a la desconocida, confiesa: "Sabemos que los cuentos de hadas son la única verdad de la vida".
El principito era un libro para el público juvenil. El pintor Bernard Lamotte, que había ilustrado Piloto de guerra, hizo los primeros dibujos, que no le gustaron a Saint-Exupéry, pues le parecieron demasiado oscuros y que les faltaba ingenuidad, la palabra clave. La pintora Hedda Sterne le sugirió al escritor que ilustrase él mismo la historia al ver los hombrecitos que solía dibujar en sus cartas y en los espacios de sus apuntes. El libro lo escribió en poco tiempo en su mansión de Long Island, una casa que había encontrado su mujer, quien finalmente decidió viajar a Estados Unidos para instalarse con su marido. Consuelo Gómez Carrillo y Saint-Exupéry se habían casado en 1931. Ella era una salvadoreña pequeña y morena (lo contrario a los gustos femeninos del escritor), viuda de un diplomático, que sabía contar historias como su madre. Vivieron juntos hasta el final, aunque fue una relación tormentosa en la que cada uno de ellos tuvo abundantes amantes.
El principitose publicó a la vez en inglés y en francés el 6 de abril de 1943, en la editorial neoyorkina Reynal & Hitchcock en un volumen de 91 páginas. Se lanzaron 525 ejemplares numerados y firmados por el autor de The Little Prince y 260 de Le petit prince. En Francia se editó, al amparo de la librería Gallimard, en abril de 1946, dos años después de la muerte del escritor, con una tirada de 12.750 ejemplares. La primera traducción (al margen del inglés) fue al polaco, en 1947. En los años cincuenta y sesenta empezó a crecer la fama del pequeño libro y a extenderse por todo el mundo. Hoy El principito puede leerse en 270 lenguas y dialectos (Harry Potter, en 70) y es la obra literaria más traducida del mundo después de La Biblia.

Todos estos datos se incluyen en El principito, Enciclopedia Ilustrada, un amplio volumen en donde se recoge, de una manera sintética y con abundantes fotografías y dibujos, el universo de El principito y lo que ha generado a su alrededor: libros de imitadores, películas, obras de teatro, canciones, tiras de cómic y álbumes ilustrados, coleccionistas, una serie televisiva, licencias comerciales para explotar 10.000 productos relacionados con el pequeño niño rubio de la bufanda, e incluso un parque temático. Lo más interesante para los admiradores de libro es la parte en la que se reproducen algunas páginas del manuscrito original, escrito con esa letra menuda y díficilmente legible, conservado en el museo de la librería Morgan, de Nueva York, y que incluye el capítulo inédito reproducido en estas páginas, que el propio Saint-Exupéry desechó para la versión definitiva.
También se ofrecen algunos apuntes con otros encuentros del principito, que finalmente el escritor rechazó, como un mercader, donde se criticaba la sociedad de consumo, o un inventor que había ideado una máquina llena de botones. El inicio del capítulo XX, en su primera versión, era distinto al que conocemos. Comenzaba así: "Qué bien se está en la loma de la colina. Es donde mejor se está. Una montaña siempre es arrogante, un planeta suele ser triste, pero una colina es acogedora y alegre. El lomo de una colina siempre está cargado de cosas bonitas que parecen juguetes: manzanas en flor, ovejas, abetos como para Navidad. El principito, muy sorprendido, seguía con pasos cortos la loma de la colina cuando descubrió un jardín, y en este jardín cinco mil flores...". Como se aprecia, aún era un boceto para pulir.
Cristophe Quillien, en el prólogo del volumen, señala: "Este libro cuenta la historia de un niño distinto a los demás. Se llama el principito.... También cuenta la historia de Saint-Exupéry. O más bien, de los Saint-Exupéry: el niño, el narrador, el aviador, el escritor, el inventor, el filósofo, el hombre que amaba a las mujeres. A los 10 años ya tenía un futuro planeado. Escribía, dibujaba, soñaba con viajar en un avión. Se había construido uno que nunca llegaría a despegar..." Porque, al margen de la escritura, sus dos grandes pasiones fueron dibujar y volar.Moriría en un vuelo: al amanecer del 31 de julio de 1944 se fumará su último cigarrillo Craven antes de partir, desde una base aliada de Córcega, hacia los Alpes para un vuelo de reconocimiento. Unas horas después se perderá su pista para siempre.
Hace ocho años, el piloto alemán Horts Rippert aseguró que fue él quien abatió el avión del último vuelo de Saint-Exupéry, el hombre que siempre fue el principito.

El Mundo 

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