Son apenas dos minutos y unos segundos, pero ahí está toda la diversidad necesaria para ganar una elección presidencial en Estados Unidos: blancos, afroamericanos, latinos y asiáticos; un matrimonio en la dulce espera, una madre soltera y una pareja gay; un chico, una mujer retirada y un pequeño empresario. Sobre el final, Hillary Rodham Clinton, y su histórico anuncio: buscará, por segunda vez, la candidatura demócrata a la presidencia, e irá por la historia y por la Casa Blanca en 2016.

"Me postulo para presidente. Todos los días los norteamericanos necesitan un paladín, y yo quiero ser ese paladín", sentencia Clinton, vestida de rojo y azul, parada frente a la entrada de una casa.

Con ese video, Clinton arrancó una nueva campaña marcando diferencias con la anterior. Primero está la gente, y, recién después, ella, a quien ya todos conocen.

Con ese video también dio un claro indicio de cuál será uno de sus mensajes: defender a la clase media frente a los más ricos, un estandarte que los demócratas abrazaron con mayor convicción durante la presidencia de Barack Obama, cuando despuntó con fuerza el debate sobre la rampante desigualdad económica que caracteriza a Estados Unidos.

El lanzamiento formal de la nueva campaña presidencial de Hillary Clinton colocó otra vez al matrimonio político más poderoso e influyente del país en el primer plano de la escena política, y puso fin a casi siete años de especulaciones tras su derrota en 2008 en las agotadoras primarias con Obama, que la nombró secretaria de Estado.

Esta vez, a los 67 años, y salvo algún imprevisto, Clinton se quedará con la candidatura. Ningún otro contendiente puede, ahora, equiparar su estatura política o maquinaria electoral, que aspira a recaudar nada menos que 2500 millones de dólares.(LANACION)