El momento de pagar la cuenta puede producir incomodidad: ¿se debe o no dejar propina? ¿De qué depende? ¿Cuánto corresponde?
Llega el momento de pagar la cuenta y comienza el debate: están los que desean dejar propina y aquellos que se rehúsan. Dentro del primer grupo, se encuentran los que difieren entre sí respecto a porcentajes o sumas; dentro del segundo, a los que se escudan en que la propina "no es necesaria" o "está dentro del sueldo del mozo".
La realidad es que, le guste a quien le guste, la propina es casi un derecho del mozo por prestar un servicio. El mozo es intermediario entre el comensal y la cocina; es quien no sólo lleva la orden sino que asesora al indeciso, coordina la entrega y el pago del producto, y es el responsable de satisfacer las necesidades del cliente desde el momento en que ingresa al establecimiento hasta que lo abandona.
Dejar propina no es arbitrario: es parte de la experiencia de sentarse en una mesa o barra de restaurante. Lo que sí es discutible es el porcentaje que corresponde; se puede desglosar la propina en una serie de ítems a cumplir que definan el número "justo", o no dejar en caso de que el servicio sea paupérrimo. Lo que es indiscutible es que es un monto "extra" a contemplar a la hora de salir a comer.
El cubierto y el servicio de mesa no son la propina. Si los platos son caros o pequeños, si la panera no abunda, si la decoración es insulsa y los manteles de color odioso, no es culpa del mozo. En tanto el mozo cumpla con el servicio de atender y cuidar a su cliente en lo que le compete, merece, al menos, un 10% del total de la cuenta.
Elementos sugeridos a tener en cuenta a la hora de dejar propina:
-Buena predisposición
-Rapidez
-Amabilidad en el trato
-Recomendaciones oportunas