El turno de Fabián Rossi fue en la primera mañana. El empresario, que aparece en el video que salió a la luz la semana pasada en el que un grupo de personas cuenta dinero en la financiera conocida como La Rosadita, entregó un escrito en el que dijo que su función en SGI era hacer compras en el supermercado, servir café y ayudar a sus compañeros de trabajo. No tardó demasiado.

La indagatoria de Leonardo Fariña, en cambio, llevó otro tiempo. Comenzó aproximadamente a las 11 y se prolonga hasta entrada la tarde. Fuentes judiciales sugirieron que podría extenderse más allá de las 21.Lo que sucede en el despacho en el que declara ante el juez Casanello se desarrolla con cuidado hermetismo.

En medio de la jornada, el magistrado sorprendió al volver a sumir la causa bajo secreto de sumario. La medida había regido hasta ayer, cuando la levantó, pero algo, por ahora no ventilado, lo hizo cambiar de opinión. El instrumento le permite emprender diligencias sin el conocimiento de las partes.

Las de Rossi y Fariña coronan una serie de declaraciones que tuvieron al juzgado de Casanello y la fiscalía de Guillermo Marijuán en el centro de la tención pública. Es que la causa de lavado de dinero que llevan tuvo un ribete de impacto con la detención de Lázaro Báez.

El empresario santacruceño, señalado por su vínculo con la familia Kirchner, fue arrestado esta semana apenas su avión tocó tierra en San Fernando. Casanello consideró que existía riesgo de fuga cuando sus informantes encontraron falta de certezas en el plan de vuelo antes de que saliera de Río Gallegos.

En simultáneo con Báez fue arrestado Daniel Pérez Gadín, sindicado como su contador. Ambos declararon días atrás, al igual que sus hijos, Martín y Sebastián, respectivamente.


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