En una plaza pública, ante decenas de personas y a manos de un encapuchado: así decapitó Estado Islámico (EI) al ex director de antigüedades de Palmira, de 82 años, que estuvo al frente de estas famosas ruinas durante cuatro décadas y que fue acusado por el grupo jihadista de ser un "director de ídolos".

La Unesco, Francia y Estados Unidos denunciaron este asesinato "brutal" cometido por "bárbaros".

Jaled al-Asaad, jefe de antigüedades de Palmira de 1963 a 2003, fue ejecutado por los jihadistas anteayer por la tarde en la famosa ciudad antigua de la provincia de Homs (centro), indicó el director de antigüedades y museos de Siria, Maamun Abdelkarim. El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) confirmó la información.

Los simpatizantes del grupo jihadista hicieron circular por Internet fotos de un cuerpo atado a un poste en Palmira, identificado con un cartel como el de Jaled al-Asaad. A un lado podía verse la cabeza cortada.

"Daesh [acrónimo en árabe de Estado Islámico] ha ejecutado a uno de los expertos en antigüedades más importantes de Siria", dijo Abdelkarim. "Hablaba y leía el palmirio, y cuando la policía nos entregaba estatuas robadas, nos dirigíamos a él para que determinara si eran verdaderas o falsas", explicó.

En el cartel colocado en el cadáver de Al-Asaad, los jihadistas lo acusan de ser un partidario del régimen sirio, por haberlo representado en conferencias en el extranjero junto con "infieles", y de ser el director de los "ídolos" de Palmira.

El OSDH explicó que miembros de EI en Palmira denunciaron a Al-Asaad por una venganza personal y después fue arrestado hace un mes. El observatorio añadió que el grupo extremista se había comprometido hace varios días a liberarlo y por eso la población local se sorprendió cuando vieron que el arqueólogo era conducido a una plaza pública.

EI tomó Palmira, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, a fines de mayo, cuando expulsó a las tropas del régimen de Bashar al-Assad. Desde entonces impera una gran preocupación de que puedan destruir la ciudad, como ya hicieron en Irak con numerosos lugares arqueológicos.

La versión extrema del islam promovida por el grupo EI proscribe formalmente la visita de estos sitios arqueológicos o históricos, y considera las estatuas de figuras humanas o animales como idolatría.

El Departamento de Estado norteamericano "condenó en los términos más firmes (...) un asesinato espantoso" cometido por "asesinos bárbaros". Su vocero, John Kirby, aseguró que los intentos [de EI] para borrar la rica historia de Siria están destinados al fracaso".

La directora general de la Unesco, Irina Bokova, se manifestó "indignada" por "el asesinato brutal" de Al-Assaad. "Lo mataron porque no podía traicionar su profundo compromiso con Palmira", señaló en un comunicado.

En tanto, el ministro de Relaciones Exteriores francés, Laurent Fabius, también condenó este "bárbaro asesinato" del arqueólogo, "un hombre sabio", que trabajó junto a "numerosas misiones arqueológicas francesas".

Al-Asaad fue interrogado durante un mes junto a su hijo Walid, actual director de antigüedades de la ciudad, para que revelaran el lugar donde se ocultaba una supuesta cantidad de oro. Sin embargo, dijo Abdelkarim, "no hay oro en Palmira".

"Se trata de una familia notable pues su otro hijo, Mohammad, y su yerno Jalil participaron activamente en el salvamento de 400 piezas antiguas en el momento en que los jihadistas conquistaron la ciudad", dijo Abdelkarim. "Le suplicamos a Jaled que abandonara la ciudad, pero se negó", agregó.

"Soy de Palmira y aquí me quedaré aunque me maten", decía Al Asaad, según Abdelkarim. (La Nación)