Decidido a clausurar definitivamente la novela de acercamientos y distanciamientos entre Pro y el Frente Renovador de cara a las elecciones presidenciales, Mauricio Macri se encargó personalmente de negar la posibilidad de que Sergio Massa se convierta en su candidato a gobernador bonaerense. "Si me llama, le digo que no, porque yo tengo una candidata y es María Eugenia Vidal", sostuvo ayer el jefe de gobierno porteño.

Lo hizo por la mañana, en diálogo con Radio Mitre, y la alusión al llamado no fue casual: mientras Macri y sus principales aliados repetían a diario que la alianza con el Frente Renovador (FR) era inviable, las conversaciones bajo la mesa continuaban y algunos operadores políticos de Pro indicaban que la situación podía destrabarse si el tigrense se avenía a llamar personalmente a Macri.

"Nosotros hemos marcado el camino desde el día cero. Lo marcamos cuando dijimos que la Argentina necesita un cambio", sentenció Macri. Agregó que el acuerdo sellado en las elecciones legislativas de 2013 con el FR "fue circunstancial" y limitado a "ponerle un freno a la reforma constitucional que impulsaba" el kirchnerismo. "Esa alianza se terminó al día siguiente" de la elección porque el FR no representaba "el cambio de verdad", completó.

Pero lo cierto es que el único gesto que espera Macri del tigrense por estas horas es que deponga cualquier candidatura, sea bonaerense o nacional. "Debería hacer lo que nosotros hicimos en 2013, cuando dimos un paso al costado y nos sumamos a su lista, lo que incluso nos costó perder nuestro partido provincial", le dijo ayer a LA NACION un operador de peso en el trazado político macrista.

Esa lectura pasa por alto que Macri acordó con Massa en 2013 luego de quedarse sin un candidato fuerte, por la negativa de Gabriela Michetti.

Una disquisición que no interesa demasiado a Pro, donde plantean sin anestesia su visión sobre las posibilidad del tigrense: "La única manera que tiene Sergio para preservar su prestigio es dar un paso al costado y construir un puente para que su gente se inscriba en la boleta de Macri. De lo contrario se le van a ir igual y se va a quedar solo".

Como reveló LA NACION, tras el fracaso de las gestiones políticas, Massa apeló en los últimos días a la presión que los empresarios pudieran ejercer sobre Macri para convencerlo de que, sin un acuerdo opositor, el kirchnerismo retendrá la presidencia y en la primera vuelta electoral.

Macri también descartó ayer el lobby de los hombres de negocios. "El «círculo rojo» no entiende y vive pifiando los diagnósticos: la gente quiere un cambio."

El tigrense, sin embargo, parece decidido a continuar explorando la vía empresarial. Sea para llegar a Macri o para mostrar la negativa del porteño como la mejor tarjeta de negocios para recuperar el financiamiento del "círculo rojo" a su candidatura presidencial.

Entre esos andariveles transcurrió el almuerzo que ayer compartió en su casa de Tigre con tres empresarios, cuya identidad no trascendió. El encuentro se estiró hasta las 17, tras lo cual Massa partió hacia el búnker del FR para ver al comando de campaña que integran los diputados Graciela Camaño y Felipe Solá, los intendentes Joaquín de la Torre (San Miguel) y Mario Meoni (Junín) y sus asesores: el español Antonio Sola y el peruano Sergio Bendixen.

Allí, pese a los cachetazos de la seguidilla de fugas que sufrió el FR en lo que va del año, se esmeraban por ver la luz al final del túnel. El buen humor que desplegaron en público Massa y De la Torre, que dejó perplejo a más de un colaborador, contribuyó a esa atmósfera.

En el FR celebraban que Macri lleva una semana negando a diario el acuerdo con Massa cada vez que le toca enfrentar un micrófono y que hasta el kirchnerismo se involucró en el debate.

Esa lectura festeja que el tigrense aún tiene reflejos para ubicarse en el centro del ring. Lo que desdeña es que la postura de Massa revela la debilidad que motiva sus golpes y que, aun si logra hacerle pagar el costo político a Macri por su negativa de unir a la oposición, deja en evidencia que el líder de Pro es quien controla la campaña.

En Pro saben que, aun debilitado, Massa mantiene potencia para dañar las chances de Macri. Pero no toman el dato como un aliciente para acordar, sino lo contrario.

Massa, que pidió el fin de semana para tomar la decisión sobre su futuro político, apuesta a que su estrategia le permitirá emparejar la pelea con Macri. La presidencial. Sobre esa esperanza prepara el anuncio que dará a conocer antes del 10 de junio. (La Nación)