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17/09/2014 19:18 hs

El ejército de EE.UU. empieza a considerar una impensada ofensiva terrestre en Irak

Internacionales - 17/09/2014 19:18 hs
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A pesar de que Obama dijo la semana pasada que no enviará tropas, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Martin Dempsey, dejó abierta ayer esa posibilidad

Apenas una semana después de que el presidente Barack Obama reafirmara que no habría "operaciones terrestres" en la guerra que declaró al grupo terrorista Estado Islámico (EI), funcionarios y jefes militares de su administración empiezan a jugar con la idea de que tal vez eso sea "necesario" en algún momento.

"Si las circunstancias" así lo indican, "sin duda recomendaré al presidente que soldados norteamericanos" que ahora cumplen tareas de asesoramiento militar en Irak, se sumen activamente a las "operaciones terrestres", admitió el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Martin Dempsey.

Sin sorpresas, ésa fue una de las afirmaciones que más llamaron la atención en las tres horas de comparecencia parlamentaria que el jefe militar compartió con el secretario de Defensa, Chuck Hagel.

Ambos expusieron ante senadores reunidos en comisión, en una ronda informativa que hoy retomará el secretario de Estado, John Kerry, para explicitar ante legisladores del gobierno y de la oposición las características de la operación contra el grupo jihadista.

Consciente de que contradecía al presidente, el militar puso todos los matices posibles a su afirmación. Tanto que algunos legisladores la interpretaron sólo como una "cuestión semántica".

Pero nada impidió que, a lo largo del día, la posibilidad de que, otra vez, soldados norteamericanos participaran de operaciones terrestres en Irak se convirtiera en el latiguillo informativo del día.

Junto con eso, la visión del general uniformado, con el pecho lleno de condecoraciones durante su exposición parlamentaria, fue la imagen repetida en televisores de cuanta cafetería, taxi o sala de espera hubiese en la ciudad.

Un poco menos de atención obtuvo el reducido pero ruidoso grupo de activistas que irrumpió en la sesión parlamentaria para clamar contra la guerra. "No nos metan otra vez en un baño de sangre", decían las cartulinas que exhibieron ante los legisladores y, luego, ante cada cámara de televisión que detectaron sus portadores.

"Esta gente siempre aparece cuando yo hablo", ironizó el senador republicano por Arizona John McCain, uno de los principales defensores de la acción armada. Fue en su turno de preguntas a Dempsey que entraron los activistas.

Lo cierto es que las palabras del Capitolio abrieron un matiz de peso respecto de las que usó Obama cuando, hace hoy una semana, anunció su ofensiva contra el grupo jihadista.

"No seremos arrastrados a otra guerra sobre el terreno en Irak", dijo el presidente. No habrá -prometió- boots on the ground (botas en tierra), que es la expresión a la que apelan él y toda su administración para referirse a la idea que ahora, y a la luz de lo que dijo Dempsey, empieza a mostrar sus grises.

La promesa de Obama fue que la guerra contra EI "sería muy diferente" de las que declaró su predecesor republicano, George W. Bush, en Irak y Afganistán. En ambos casos, se movilizaron decenas de miles de efectivos en desplazamientos terrestres.

La expresión de Dempsey fue lo más cauta posible. Señaló que, por ahora, el plan tal como está elaborado "es el adecuado", pero que "si las circunstancias cambiaran, recomendaría al presidente que efectivos norteamericanos acompañen a soldados iraquíes en ataques concretos".

Hasta ahora, Estados Unidos lanzó más de 150 ataques aéreos sobre blancos de EI en Irak. En las últimas horas, la ofensiva llegó a zonas cercanas a Bagdad. El miércoles pasado, y forzado en cierta medida por la decapitación de dos ciudadanos norteamericanos a manos de EI y de la difusión de videos con el sangriento asesinato, Obama anunció la conformación de una "coalición internacional" para dar guerra a su extremismo y "destruirlo en Irak y detenerlo en Siria".

El matiz -destruir en Irak y detener en Siria- refiere a la circunstancia de que, en el primer país, cuenta con efectivos aliados más o menos claros. En Siria, en cambio, su administración es consciente de las dificultades que tendrá para identificar a los "opositores moderados" al régimen de Bashar al-Assad con los que aspira a formar alianza.

Hasta ahora, una treintena de países anunciaron en París su intención de "colaborar" con la cruzada. Eso incluye a una decena de países árabes. Para Obama, significará acercar puentes con capitales que, hasta hace poco, eran los adversarios de Estados Unidos. Entre ellas, Bagdad y Teherán. En el caso de Damasco la situación es aún más complicada, ya que necesita operar en territorio sirio sin que eso implique un acuerdo con Al-Assad, a quien calificó como un líder "ilegítimo" y de condición, en tal sentido, irrecuperable. (La Nación)

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