Con el apoyo de la fuerza aérea de Estados Unidos, el ejército de Irak liberó ayer la ciudad de Amerli, donde la población de origen turcomano permanecía desde hacía dos meses y medio asediada por elgrupo jihadista Estado Islámico (EI).

El asedio hacía temer una masacre entre los 15.000 habitantes de la localidad, de mayoría chiita. Naciones Unidas ya había alertado hace unos días sobre una inminente entrada de los milicianos de EI, que controlan una amplia extensión de terreno en Irak. "Nuestras fuerzas entraron en Amerli y rompieron el cerco", confirmó el teniente general Qassem Ata, vocero de las fuerzas iraquíes.

La liberación de Amerli, ubicada 200 kilómetros al norte de Bagdad, fue también posible gracias al apoyo terrestre de las milicias chiitas y kurdas. Los bombardeos lanzados con antelación por la fuerza aérea de Estados Unidos contra las bases jihadistas en la zona fueron decisivos para romper el cerco enemigo.

Fuentes militares iraquíes señalaron que, además de evitar una masacre segura sobre la población turcomana, a la que EI considera "infiel", la liberación de Amerli permitió a Bagdad controlar un nudo de comunicaciones estratégico en la zona. Los milicianos sunnitas ya habían arremetido contra otras minorías, como la yazidi.

Mayid al-Bayati, vecino de Amerli, dijo por teléfono que la población local celebró "con alegría" el levantamiento del bloqueo a su ciudad después de 80 días de resistencia. Según Al-Bayati, los habitantes de la ciudad, apoyados por la policía local y los soldados que se encontraban en la ciudad, se organizaron en brigadas armadas y frustraron seis intentos de Ejército Islámico para irrumpir en la población durante los dos meses y medio de bloqueo.

"Los terroristas cortaron la electricidad y el agua a la localidad y suspendieron la cobertura telefónica", dijo Al-Bayati. Y confesó que hubo algunas familias que se prepararon para sacrificar a sus hijas para que no fuesen violadas por los combatientes de EI si llegaban a entrar en la ciudad.

Durante la misma operación militar, el ejército iraquí recuperó las poblaciones de Al-Salam, Yankaya y Anyana, próximas a Amerli. Según fuentes iraquíes, la resistencia de la población a una ocupación jihadista fue decisiva para liberar esas localidades.

Según el Pentágono, los bombardeos realizados por la fuerza aérea norteamericana contra posiciones jihadistas tenían como objetivo principal apoyar el lanzamiento de unos 40.000 litros de agua y 7000 raciones de comida, una operación humanitaria en la que participaron también Australia, Francia y Gran Bretaña.

En la ofensiva militar de ayer murieron por lo menos nueve soldados y dos combatientes chiitas, mientras que las fuerzas iraquíes mataron a 16 jihadistas y quemaron varios de sus vehículos. En otro frente de guerra, las tropas kurdas -los "peshmergas"- tomaron el control del 70% de la estratégica localidad de Zemar, en el norte de Irak, donde entraron anteayer tras duros combates con los jihadistas.

El apoyo aéreo norteamericano se inició el 8 de agosto, un mes después de la ofensiva lanzada por EI en el norte de Irak desde la vecina Siria, donde cuenta con sus principales infraestructuras. Washington no había realizado operaciones militares en Irak desde que retiró a sus tropas en 2011. Estado Islámico capturó grandes extensiones del norte de Irak desde julio. Hace unas semanas, el grupo radical propinó una fuerte derrota a fuerzas kurdas y amenazó con entrar a su región autónoma, lo que provocó la participación de Estados Unidos en el conflicto.

La Casa Blanca lleva días presionando a sus principales aliados para atacar a los jihadistas de EI en Siria, su principal bastión. Para ello, el Pentágono ya autorizó los primeros vuelos de reconocimiento con aviones espía U-2 y drones (aeronaves no tripuladas). El gobierno de Barack Obama busca sumar a Gran Bretaña y Australia en la estrategia de lanzar ataques aéreos sobre las bases de EI. A su vez, Washington espera que en esa coalición internacional estén también otros países europeos y algunos actores regionales clave en el conflicto, como Turquía y Arabia Saudita. En la estrategia diseñada por la Casa Blanca no está claro el papel que jugaría Damasco, que se ha mostrado dispuesto a colaborar para expulsar a los jihadistas de Siria, pero bajo la coordinación de acciones con Occidente.

La Nación