"A mí Dios me dio larga vida para que pueda ver a mi nieto", le dijo ayer Hortensia Ardura de Montoya a su hijo Jorge, el menor de sus dos hijos, en medio de llantos y alegrías. A su otro hijo, Walmir Oscar, lo mataron durante ladictadura, pero ahora la vida, después de 37 años, le confirmó una certeza que ella guardaba en su corazón: tenía un nieto más con vida.

Hortensia es la otra abuela de Guido, la menos conocida. La que ayer dio algunas entrevistas y después decidió apagar el teléfono y preservar sus emociones en la intimidad de su hogar, junto a su familia. El amor y el dolor se mezclaban en su corazón. Desde que la noticia empezó a trascender por televisión el martes, amigos, vecinos, periodistas y conocidos de Caleta Olivia empezaron a llamarla, a golpear la puerta de su casa, detrás de la imprenta de su hijo Jorge.

Es que en Caleta Olivia y Cañadón Seco -el otrora campamento petrolero- Hortensia es una celebridad local. Con sus 91 años, fue maestra de generaciones a las que con ternura y pasión les enseñó a escribir; es recordada por su prolijidad y por su puntillosa caligrafía. Sus años de residencia en Caleta Olivia la convirtieron en una destacada mujer pionera, merecedora de varios homenajes en cada aniversario de la ciudad.

"Es una mujer creyente, siempre positiva. Muy lúcida y fuerte. Ella al igual que el resto de la familia pasamos estos años en silencio, con paciencia y esperanza, eso nos mantuvo vivos", relata profundamente emocionado Jorge Montoya, el tío de Guido, el nieto 114 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo.

Después de una noche de poco dormir, Hortensia dio algunas entrevistas por radio. "Es igualito a su padre, no puede negar que sea hijo de mi hijo. Verlo a él fue ver a mi hijo, porque son un calco", dijo a La Red, tras lo cual se quebró y lloró. "Recibimos esto con una alegría inmensa. Lo quiero ver, abrazar, saber que es mi nieto", dijo con una voz en la que el dolor y la emoción se combinaban.

Hortensia nació el 31 de agosto de 1922 en el campo de sus padres, Bahía Langara, unos 20 km al sur de Caleta Olivia, y tuvo nueve hermanos. Como el invierno les impedía movilizarse, la inscribieron en febrero de 1923. Pasó su infancia en el campo y de jovencita viajó a La Plata para estudiar magisterio, según recuerda el libro Lo que el viento no llevó - Caleta Olivia 100 años, donde se reconstruye la historia de familias pioneras.

Regresó luego a Santa Cruz y se fue a trabajar como maestra rural a El Hoyo, en Chubut. Fue maestra en Pico Truncado, Caleta Olivia y Cañadón Seco, donde fundaría su familia junto a Bergel Montoya, "un español que llegó aquí después de la Segunda Guerra, entró a trabajar a YPF y llevaba, como mi hermano, la música en las venas: tocaba el saxo en la banda del yacimiento", recordó ayer su hijo Jorge.

Ella fue quien apodó "El Puño" a su hijo mayor y le puso Walmir, en recuerdo a una amiga que tuvo en La Plata. "Fue premonitorio, le decíamos, «Puño» o «Puñito» desde siempre, no fue un apodo de militancia: fue porque mi madre así lo eligió", cuenta Jorge Montoya.

Desde que, en 1977, perdieron el contacto con su hijo, Hortensia transitó más de tres décadas con hidalguía y la esperanza de saber que en algún momento podía aparecer su nieto. "Tenchi", como la apodan los más cercanos, decidió guardar celosamente la historia de "Puño" y mucho más la posibilidad de que hubiera un nieto. Aunque la familia sabía del amor que unió a Montoya con Laura, la hija de Estela de Carlotto.

Hace mucho tiempo que Hortensia sabía que tenía un nieto, "pero nunca nos imaginamos que podía llegar a aparecer, por eso digo que esto realmente ha sido un milagro y hay que darle gracias a Dios".

Entre Caleta y La Plata, a Guido lo esperan una abuela, un tío, dos primas y el hijo de una de ellas. Además de amigos de su padre que ayer lloraban de emoción. Aún no se definió cuándo ni dónde será el encuentro.(LANACION)