A los 13 años Alfredo junto a su hermano le regalaron a su madre una radio a la que se le podía adosar un tocadisco, toda una novedad para la época.

Así compraron tres discos: “La Cumparsita” por Daviaso, “El Amanecer” por Roberto Firpo y “Lágrimas y Sonrisas” por Rodolfo Vialle.

“Probamos los tres y los pusimos sobre una silla, yo sin darme cuenta me senté sobre los mismos y los rompí, ese fue mi primer acercamiento al tango”, relataba.

“Yo no soy un coleccionista pero todo lo que llega a mis manos yo no lo tiro, lo guardo, lo utilizo”.
Su oficina, ocupada en gran parte por tres roperos completos de material, resguardan a más de 165.000 entre discos, longplay, dobles, simples, casettes, cintas y compactos.

“La calidad que tiene el disco de vinilo no  la tiene a mi gusto personal ni la mejor grabación hecha en el mejor estudio del mundo”.