Diseñado por los más audaces arquitectos partidarios , el artilugio apuesta a zanjar el incómodo dilema de cómo ubicar a los "presidenciables" en la nueva cúpula del PJ. Aunque está pendiente el veredicto final, circula la idea de crear el mismo cargo vip, sin distinción de jerarquías, para cada uno de los aspirantes hacia 2015 y jugar al equilibrio en la coronación del rearmado de la estructura mañana en el congreso de Parque Norte.

En la antesala de la cumbre, a la que fueron invitados cerca de mil congresales, el núcleo de gobernadores y dirigentes peronistas moldean detalles y negocian acuerdos contra reloj con el objetivo de bendecir una mesa chica de unidad y satisfacer el requisito innegociable de Cristina Kirchner: ser ecuánime en el reparto de cargos y no inclinar la balanza hacia ningún candidato a sucederla.

Si bien se pensó en excluir a eventuales postulantes de la grilla de autoridades, toma cuerpo otra opción que, por el contrario, se erige como un podio estelar para instalar competidores, según explicaron a LA NACION fuentes partidarias. Así, de concretarse, el plan es simple: ofrendar una suerte de vicepresidencias ad hoc para todos los interesados en participar de las primarias del peronismo y esquivar la tarea de desparramarlos en un escalafón numerado, disparador de lecturas que la propia Presidenta solicitó neutralizar.

Los puestos, eso sí, no tendrán mayor incidencia en el manejo interno, pero servirán como inequívoco mensaje político. El organigrama general no sólo engordará para sumar a los candidatos, sino también para aglutinar a todas las líneas internas y repatriar a dirigentes críticos de la Casa Rosada, un intento con resultado incierto.

Ayer, el cordobés José Manuel de la Sota, enfrentado con Cristina, cerró la puerta y anunció que no enviará emisarios. Dejará al menos 70 sillas vacías. La razón del faltazo es más administrativa que partidaria: en su entorno arguyen que no logró destrabar ninguno de los temas pendientes con el gobierno nacional, lo que entorpece su gestión.

Tampoco se garantizó un acuerdo con el puntano Adolfo Rodríguez Saá ni con el salteño Juan Carlos Romero, que estuvo de viaje. Y había cierto "ruido", según reconocían en Balcarce 50, con el santacruceño Daniel Peralta.

Aun así, está definido que se ampliará el Consejo, máximo órgano ejecutivo, que pasará de 75 a alrededor de 100 miembros. De ese total, se destaca una elite: la presidencia, que asumirá el gobernador Eduardo Fellner; cinco vicepresidencias -que se distribuirán entre el sindicalismo, La Cámpora y la rama femenina, entre otros sectores-, y 28 secretarías. A eso se podrían sumar los "vices", si prospera la moción pergeñada a la medida de la estrategia electoral que empieza a delinear el PJ.

Hasta ahora, en el borrador preliminar hay ocho nombres, sujetos a cambios y tachones. El criterio es tan amplio que incluye tanto a los que revelaron en público su ambición y trabajan en posicionar una candidatura, como los gobernadores Daniel Scioli (Buenos Aires) y Sergio Urribarri (Entre Ríos), y el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, como a aquellos que jamás hicieron explícito su proyecto, como el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; el ministro de Defensa, Agustín Rossi, y el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. En el medio, también figuran los que se subieron al ring, aunque parecería que como una cruzada más testimonial, como el senador Aníbal Fernández y el salteño Juan Manuel Urtubey.

Bajo el lema "Unidos somos el futuro de un gran país" y en un acto que pretenden sea prolijo y cronometrado, el PJ espera relanzar el espacio y darle la dinámica que perdió después de la muerte de Néstor Kirchner, su último jefe. Como su sucesor formal, Scioli, resistido por el oficialismo más duro, no pudo hacer pie en el partido, que entró en un profundo letargo, hasta que la falta de renovación de mandatos hizo peligrar la personería jurídica.

Fuente: lanación.com