Un chico de 11 años pagaba con monedas un litro de leche en un modesto almacén del barrio Mario Benedetti, en la ciudad de Maldonado, cuando otros dos escolares entraron preocupados para preguntar por un compañero que estaba perdido. Con calma, los miró y respondió: "Ya va a aparecer".

Jonathan Estela, también de 11 años, apareció un rato después, pero muerto y tirado en un aljibe. Aquel chico que compraba leche era el que le había dado cinco puñaladas. Junto con otro amigo de 14 años lo habían matado porque lo odiaban.

Y después de tirarlo en el pozo, se habían ido a jugar al fútbol con otros chicos.

El drama que conmocionó a Maldonado y a todo Uruguay derivó ayer en un fallo de la jueza de menores Daniela Borges, que procesó por infracción gravísima y homicidio al adolescente de 14 años, y dispuso su internación en un local de menores infractores del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). El otro chico, de 11 años, quedó a disposición del Juzgado de Familia y en forma provisional en dependencias del INAU.

La familia de Jonathan no encuentra consuelo, y los uruguayos no encuentran explicación.

Otra chica, de cinco años, fue testigo del crimen, que pese a la baja edad de los autores, habría sido premeditado.

Todo comenzó el martes al mediodía, en un asentamiento de ranchos en Cerro Pelado, a unos ocho kilómetros de Punta del Este. El adolescente de 14 años expresó "odio" por Jonathan y pidió ayuda al chico de 11 para tenderle una trampa. Lo invitaron a cazar pájaros y a recorrer una zona de ladera. Llevaron machetes y cuchillos, con el argumento de que eran para la caza.

No sólo planificaron el crimen, sino que también pensaron en una coartada. El de 11 años tiene una hermana de cinco, a quien llevaron para configurar la simulación de un intento de abuso del escolar asesinado. Así lo contaron ellos mismos.

Eso, por si el asesinato se descubría. "Vos decís que Jonathan te quiso violar y que nosotros te defendimos", dijo el chico a su hermanita.

Caminaron hacia una tapera, donde hay un pozo poco profundo, que alguna vez fue un aljibe y que está un poco tapado. Fue ahí donde atacaron a Jonathan, que se vio sorprendido. Todo, mientras la chica de cinco años miraba, según la reconstrucción del diario El País.

Uno lo abrazó por delante para inmovilizarlo, y el otro le dio dos machetazos en la cabeza. Jonathan quedó herido, mareado y se tiró al pozo.

Según el testimonio que dieron los asesinos, intentaba escapar así. Pero ellos le dijeron que sólo le querían dar un escarmiento, y que lo ayudaban a salir del aljibe. El de 14 años le dio la mano para que pudiera abrazarlo y volver a la superficie y Jonathan creyó que ésa era la intención. Pero el otro chico se escondió de un lado del pozo y le dio cinco puñaladas. Para asegurarse de que estuviera muerto, lo arrimaron hasta una tapera abandonada, le golpearon la cabeza contra una piedra y lo arrastraron hasta el pozo para dejarlo escondido.

COARTADA

Los tres chicos volvieron a sus casas. Antes, le explicaron bien a la chica que debía callarse, y qué era lo que debía decir. El de 11 años llegó con su hermanita a su casa y su madre le vio la remera manchada de sangre. Le dijo que se la sacara para lavarla, por lo que antes de ir a jugar al fútbol a la calle, se cambió.

En tanto, la madre de Jonathan sospechó que algo pasaba. "Como vi que eran las 4 [de la tarde] y no aparecía, salí a buscarlo; pero tuve miedo de perderme y volví a preguntarles a ellos, que estaban jugando al fútbol", contó la mujer a FM Gente. "Me tomaron el pelo , me preguntaban si lo había encontrado... Se reían en mi cara", relató llorando. Los que habían matado a su hijo seguían jugando.

En todo el barrio empezaron a buscarlo. A la medianoche apareció el cadáver. Las sospechas apuntaron a los dos protagonistas, pero los chicos negaban todo. Fue la hermanita de cinco años la que se salió del libreto.

Luego, con frialdad, ellos admitieron el crimen. ¿Por qué el adolescente de 14 años odiaba tanto a Jonathan? Por roces por partidos de fútbol.

Anoche era tensa la situación en el barrio que lleva el nombre del ilustre escritor uruguayo. Las familias de los homicidas ya habían dejado el asentamiento, horas antes de que sus vecinos incendiaran su casa. "¿Quién me va a pagar la vida de mi hijo que está metido en un cajón?", preguntaba la mamá de Jonathan. (lanación.com)