En cada aniversario de la partida de Fredy Dilena, el tango duele un poco más y suena más triste. Rubén Lucero, escritor riocuartense, lo recuerda con una historia para añorar en el corazón y en cada tango.
Tengo imágenes: en el Pasaje Dalmasso, hace tantos años, caminaba con mi padre. Él se detuvo y lo saludó.
Mi viejo, loco de contento, orgulloso y al borde del cholulismo, dijo: ese es Alfredo Dilena, el que pone tangos en la radio.
Vengo más acá: Che Rubén jugate, hagamos un esfuerzo y traigamos a Pugliese, dale, animate. Pero Alfredo, no sé de tangos. Dale, animate, es el último grande de una época gloriosa, dale, ayudame y lo traemos. Vengo un poco más acá, más cerca: Che Alfredo cada vez me gusta más el tango ¿Me estaré poniendo viejo?
El tango espera, siempre te espera y después te enamora y además te estás poniendo viejo.
Risas mutuas. Última imagen. Hace poco conocí a los nietos. El tango es sol...dale...