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09/09/2018 11:05 hs
ACTUALIZADA

La ultraderecha avanza en Suecia a costa de los partidos tradicionales

Internacionales - 09/09/2018 11:05 hs
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Se consolidaba este domingo como el tercer partido con el 17,6% de votos. Las dos alianzas de derecha e izquierda empataban.

En unas esperadas elecciones que marcan una tendencia creciente en Europa, la ultraderecha sueca se colocaba este domingo como tercera fuerza y virtual árbitro de la política en el país al sumar el 17,6% de los sufragios con el 95% del escrutinio final. Aunque ese nivel era menor al esperado, el resultado colocaba sin embargo a esa fuerza como cuña entre el bloque oficialista de centroizquierda y la alianza de centroderecha que estaban empatados con un 40,6% de los votos (143 asientos cada uno) y sin poder formar gobierno por separado.

La gobernante socialdemocracia del primer ministro y ex obrero metalúrgico Stefan Lofven, obtenía 28,3% de votos, lo que la colocaba en primera posición aunque con 3 puntos porcentuales menos que en los comicios de 2014. En cuanto a la agrupación conservadora Moderate, obtendría el segundo sitio con 19,8% de sufragios, unos 3 puntos menos que en las elecciones anteriores.

De acuerdo con estos resultados se anticipan intensas negociaciones para tratar de formar gobierno entre socialdemócratas y ecologistas de un lado con el centro y derecha moderada en el otro. En cuanto a la ultraderecha del Partido de los Demócratas (PD), al que sondeos anticipaban que iba a obtener 20 o incluso 25% de sufragios, los resultados parciales le adjudicaban 17,6% (unos 63 asientos) , lo que de todas formas implica un progreso de más de 4 puntos respecto de 2014.

Este domingo, el líder ultraderechista, Jimmie Åkesson, invitó al jefe de la oposición de centroderecha, el conservador Ulf Kristersson, a iniciar conversaciones para formar gobierno. Pero era difícil que la proposición fuera aceptada ya que los dos polos, tanto la derecha como la izquierda, se han negado a negociar con la ultraderecha.

El primer ministro había presentado estas legislativas como un “referéndum para el Estado de Bienestar”, mientras que la extrema derecha los convirtió en un plebiscito contra su política de inmigración y de integración. El utraderechista partido de los Demócratas de Suecia había hecho campaña denunciando la llegada de centenares de miles de solicitantes de asilo como una amenaza “cultural”. Estaban llamados a votar un total de 7,3 millones de suecos.

Suecia, con el 18,5% de sus habitantes nacidos en el extranjero, registró 160.000 solicitudes de asilo sólo en 2015, la mayor proporción en Europa respecto al número de habitantes. Desde 2012 ha recibido 400.000 pedidos de asilo en total.

En la víspera de los comicios, el primer ministro socialdemócrata Löfven denunció las “fuerzas del odio” e instó a los electores a quedarse “en el lado bueno de la historia”. El líder de los conservadores, Ulf Kristersson, llamó por su parte a “una cooperación más allá de las líneas partidarias para aislar a las fuerzas” que defienden “el repliegue”. Desde el sur de Suecia, donde tiene sus bastiones, el líder ultraderechista Jimmie Åkesson, le respondió: “Ahora estamos en competición frente a los socialdemócratas y a Moderate para convertirnos en el primer partido del país”, aseguró.

Ningún grupo parece poder lograr, según el conteo previo, más del 50% de los 349 escaños en juego en el Parlamento, por lo que se necesitarán días o incluso semanas de negociaciones para alcanzar una mayoría o la menos débil de las alianzas en situación de minoría.

Löfven logró mantener su gobierno minoritario hasta el final a base de alcanzar compromisos con la derecha, sobre todo en materia de política energética. Pero la oposición está determinada a sacarlo del poder, aunque eso dinamite el cordón de seguridad que hasta ahora evita que los Demócratas de Suecia tengan una influencia política directa.

La estrategia puede ser arriesgada y tanto centristas como liberales han asegurado su rechazo a un pacto con “el diablo”, como se describe el propio líder de los Demócratas de Suecia.

Con estos resultados, el bloque oficialista de centroizquierda tendría complicado continuar en el poder, ya que la centroderecha indicó que no dejará gobernar al bloque minoritario más votado, como había ocurrido en 2014, para aislar a la ultraderecha. El líder socialdemócrata invitó varias veces a los centristas y liberales -dos de los cuatro partidos de su bloque y los más escépticos a cualquier contacto con el SD- a un pacto parlamentario, pero su ofrecimiento fue rechazado en varias ocasiones. Si se mantienen los indicadores actuales, tanto socialdemócratas como conservadores -los dos grandes partidos- obtendrían un resultado muy negativo: para los primeros, sería el peor de su historia; para los otros, el más bajo desde 2002.

Agencias AFP, EFE y DPA
Foto: AFP

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