Giselle cargaba el auto con todo lo que había rescatado en los apenas diez minutos que estuvo en el departamento que alquilaba junto a sus hijos de 9 y 12 años, en la esquina de Balcarce y Salta. Pero ella sabía que no podría volver más: "Lo encontré destrozado. No sirve más. Esto es una película de terror hecha realidad".
 
Después de la catástrofe que provocó hasta el momento 14 muertos -ayer se halló otro cuerpo- y siete personas que aún permanecen desaparecidas, lo peor no pasó. Ayer, unas 200 personas fueron autorizadas a retirar sus pertenencias de la "zona cero" afectada por la tremenda explosión del edificio de Salta 2141 el martes pasado por un escape de gas. El panorama que encontró la mayoría en sus casas fue desolador.
 
Acompañada por su hermana, Zulma Cambiano salió de detrás del vallado con una valija roja con rueditas donde había metido toda la ropa que pudo. Fueron sólo veinte minutos en su departamento, el 4° B de Salta 2136, en diagonal al edificio de la explosión. Para Zulma, volver ahí fue recordar otra vez ese ruido similar al de una turbina de avión seguido de una especie de huracán que arrasó con todo. Encontró muebles destrozados, vidrios y escombros por el suelo, pero sabía que, pese a la cercanía con la zona cero del siniestro, la estructura de su edificio se mantuvo firme y que algún día volverá. Lo que no sabía Zulma es que tal vez pasen varios meses hasta que pueda regresar de manera permanente.
 
Con valijas, mochilas, bolsas de consorcio y hasta carritos de bebé, los vecinos intentaron recuperar lo máximo posible. Algunos, como Zulma, con la certeza de poder volver, otros con el dolor de tener que arrancar de cero por los daños irreparables en las estructuras.
 
Para ese momento, la intendenta de Rosario, Mónica Fein, ya había confirmado la identidad de las dos víctimas halladas anteanoche junto con Soledad Medina, de 31 años. Las personas fallecidas identificadas son Juan Natalio Pennice, de 73 años, y Débora Gianángelo, una estudiante de derecho de 20 años. El hermano de Débora es el joven que el miércoles a la tarde le rogó a la Presidenta, cuando visitó Rosario, que se pusieran a buscar a su hermana en vez de estar por ahí recorriendo el lugar.
 
Aún permanecían a la espera de un milagro los familiares y amigos de ocho personas que no fueron encontradas. "Según los socorristas, las esperanzas en materia de emergencias nunca hay que abandonarlas; los socorristas son los que nos transmiten que las esperanzas hay que mantenerlas vivas", aseguró ayer el ministro de Seguridad, Raúl Lamberto.
 
Por consejo de sus dos hijas, con las que vivía hasta el martes en el 6° piso del edificio de Salta 2146, Marisa Grossi, que trabaja en el Sanatorio Parque, no subió a su departamento. Todavía seguía consternada: pensaba en la angustia de Pedro, el encargado del 2141, al que estima mucho; en la señora del negocio de cuadros que saludaba todas las mañanas y que falleció; en que ya no vivirá esa rutina de salir hacia el trabajo cada mañana cruzándose con los conocidos de la cuadra. Decidió entonces esperar a sus hijas detrás del vallado, donde se abrazó emocionada con dos chicas de la municipalidad que le habían dado contención en los peores momentos. "Es muy duro. Nunca imaginé algo así. Lo importante es que estamos las tres juntas", dijo.
 
La ministra de Desarrollo Social de Santa Fe, Mónica Bifarello, expresó que los vecinos meses sin poder volver a sus hogares. Aunque aclaró que el gobierno provincial asumirá las reparaciones, salvo las tres torres que deberán ser demolidas junto a tres casas..


Fuente: LA NACION