Para la gobernadora Vidal, el cambio servirá de alerta sobre el bajo desempeño del estudiante; el tema divide a los especialistas y a los gremios
La gobernadora María Eugenia Vidal está convencida: "Es más importante que los chicos aprendan a que pasen de grado". Por eso, anunciará que cambiará el sistema de calificación para volver a los aplazos. El tema ya generó una fuerte división entre los especialistas. Además, el gobierno instrumentará un sistema de múltiples evaluaciones para conocer el rendimiento de unos 700.000 alumnos de 10.000 escuelas públicas y privadas bonaerenses.
Finalmente, docentes y directivos de 10.000 colegios se someterán a una autoevaluación, de la que participarán, en algunos casos, los padres de los alumnos.
Más allá de estos cambios, la medida, que vuelve a incorporar el insuficiente y el sobresaliente de primero a tercer grado y el esquema numérico que va del 1 al 4 de cuarto a sexto, generó polémica.
"Si un niño trae a casa un dos es una alerta para la escuela y para la familia", señaló Vidal. Y agregó sobre uno de los puntos que motivaron el fin de los aplazos en septiembre de 2014: "La estigmatización no se da en la escuela si un niño trae una nota baja. Se da más tarde, cuando no puede insertarse en la facultad o en el trabajo". Y consideró que el nuevo sistema busca premiar el esfuerzo.
El ministro de Educación bonaerense, Alejandro Finocchiaro, opinó en igual sentido: "Uno estigmatiza cuando peyorativamente se refiere a cualidades subjetivas que hacen a la esencia de alguien. Su nacionalidad, su color de piel, su religión, sus ideas políticas. No sobre una cuestión objetiva como una nota, que puede ser cambiada para bien o para mal".
En el gobierno sostienen que sólo buscan saber qué están aprendiendo los chicos. Finocchiaro señaló que las reformas intentan transparentar un diagnóstico. "Hubo un Indec de la educación", cuestionó.
Calificaciones, en la mira
Mariano Narodowski, doctor en Educación y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, dijo a LA NACION: "El cambio que se instauró en 2014 se hizo para ocultar la información de los aplazos y minimizar el abandono y la repitencia de los chicos. Esto [la nueva medida] repara la situación anterior. Restaura la lógica de evaluación del siglo XX; es una mejora triste, pero era un paso necesario".
En cambio, Rebeca Anijovich y Graciela Cappelletti, de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, plantearon: "¿Es necesario aplazar a los alumnos? ¿No es posible promover experiencias en las que la retroalimentación que se les ofrece a los estudiantes de sus aprendizajes los ayude a mejorar sus procesos? ¿La calificación numérica es siempre la única opción posible?".
La secretaria de Políticas Educativas del partido de La Matanza, Silvina Gvirtz, cuestionó: "Una medida así requiere un estudio de impacto educativo que no se hizo. La repitencia y el trabajo sobre lo negativo del aprendizaje de los chicos no mejoran los aprendizajes, sino que los empeoran".
La medida dividió también a los gremios docentes. La Federación de Educadores Bonaerenses sostuvo que la decisión del gobierno no solucionará los grandes problemas que afectan al sistema educativo.
En cambio, la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada respaldó el cambio. Indicó que sus miembros fueron consultados por el gobierno antes de que se hiciera el anuncio. Para la entidad, el sistema anterior falló.
Pamela, la madre de un alumna de quinto grado de la Escuela Normal N° 1, consideró: "Me parece muy bien volver a este sistema, para que los chicos tengan conciencia de en qué nivel real de conocimiento se encuentran".
Diana, docente y madre de una alumna de cuarto grado en esa escuela, se opuso a la medida: "El sistema de calificación numérica refuerza la competencia, estigmatiza, coloca la evaluación como fin y no como medio y no garantiza un mejor aprendizaje. Es coherente con la mirada meritocrática de este gobierno".
Con la colaboración de Eduardo D' Argenio (La Plata) y Camila Solito/La Nación