Embalse de Cenza, Vilariño de Conso, Orense
Foto: Javier González Prieto
"Es con el agua, con el aire, con lo que entra en contacto el piloto al despegar, cuando marchan los motores, cuando el avión ya surca el mar, con un chapoteo que resuena en el casco como un gong, cuando el hombre puede sentir en sus riñones ese temblor. Entonces, experimenta cómo, segundo a segundo, al ir ganando velocidad, el hidroavión se carga de poder; siente cómo, en esas quince toneladas de materia, se prepara la madurez que propicia el vuelo". Este pequeño pasaje de la novela de Antoine de Saint-Exupéry, "Tierra de hombres", refleja para Javier González Prieto, autor de esta fotografía, la esencia del trabajo de quienes luchan contra los incendios.
Como gallego, González siempre ha tenido que vivir con rabia, exasperación e impotencia la tragedia de los incendios forestales. Ha crecido observando el arriesgado trabajo de pilotos como el de este Canadair CL-215T del 43 Grupo, capturado en las inmediaciones del embalse de Cenza, el segundo más alto de la península Ibérica como parte de un reportaje de meses de duración en el que ha documentado el trabajo de esta brigada antincendios. Para ello, González ha invertido muchas horas de dedicación, además de miles de kilómetros, siempre por sinuosas carreteras, para documentar la labor de los que ha considerado desde pequeño como auténticos ídolos. Y no es de extrañar sobre todo cuando recuerda como continua Saint-Exupéry su relato en el que describe como "El piloto aferra los mandos con las manos y, paulatinamente, recibe en el hueco de las palmas ese poder, como un don. A medida que lo recibe, los órganos metálicos de los mandos se transforman en mensajeros de su fuerza de modo que, cuando ésta llega a su punto, el piloto, moviendo la mano con suavidad, como si el mando fuera una cucharilla, separa el avión del agua y lo instala en el aire." Una de las maniobras quizá más salvajes, a la par que delicadas, de las realizadas por un hombre a los mandos de una máquina.