La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos generó una fuerte conmoción mundial y alteró la relación bilateral de una de las principales economías del mundo con el resto de la comunidad internacional.

La Argentina no está ajena a ese proceso. Así quedó demostrado recientemente cuando el nuevo gobierno bloqueó el ingreso de limones a los Estados Unidos y fue ratificado en estas últimas horas con cambios migratorios que afectarán a los turistas.

Una resolución firmada por Trump el 27 de enero acortó el plazo para renovar la visa sin entrevista y dispuso una cita obligatoria para muchas personas que desde el año pasado habían sido exceptuadas.

Con los cambios, el Departamento de Estado requerirá entrevistas para todas las personas que soliciten el visado obligatorio para ingresar a los Estados Unidos, con excepción de los menores de 14 años, los mayores de 79 y las personas que previamente habían obtenido la visa e ingresaron una nueva solicitud hasta 12 meses después del vencimiento.

Estos parámetros marcan un cambio con respecto a una medida adoptada en mayo de 2016 por la administración Obama y tiene asociada una lectura política: hay un retroceso en el camino que se había iniciado para flexibilizar el ingreso de los argentinos a los Estados Unidos.

A mediados del año pasado, durante una visita del entonces secretario de Estado, John Kerry, el gobierno norteamericano anunció que la Argentina ingresaría en el programa Global Entry, un esquema que facilita los trámites migratorios. Meses más tarde, AA2000 dio otro paso e informó que el aeropuerto de Ezeiza había sido preseleccionado para un programa que permite que los viajeros realicen en origen los controles a los cuales son sometidos cuando aterrizan en los Estados Unidos. Con la asunción de Trump y los anuncios de esta semana, parecería que todos esos avances quedarán freezados.