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16/10/2016 09:52 hs

Idealización: el modelo de madre perfecta desvela a las argentinas

Argentina - 16/10/2016 09:52 hs
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Agobiadas por el ritmo de vida, siete de cada diez argentinas sienten que no desempeñan correctamente la maternidad

Para Jimena García es tan importante desempeñarse eficientemente en su trabajo como sentir que es una gran madre. Esto implica, por ejemplo, poder sentarse cada tarde con Sofía, de siete años, a hacer la tarea. O jugar al té de las princesas con Lupe, de cuatro. "Si el día pasa y no tengo el tiempo de hacer alguno de esos rituales con mis hijas, me voy a dormir con una sensación de angustia", cuenta.
Cuando el día se vuelve una topadora y el tiempo con sus hijas se reduce a las rutinas de comer, bañarse e ir a la cama, García siente que la postal de la familia ideal estalla en mil pedazos.
No está sola: siete de cada diez argentinas están preocupadas por no ser suficientemente buenas como madres. El dato surge de un estudio sobre autoestima que hizo la empresa de cosméticos Dove, sobre la base de una encuesta que incluye a más de 4500 casos.
Como señalan los especialistas consultados por LA NACION, hay una buena noticia para los millones de madres que hoy festejan su día: el modelo de mamá perfecta es una mera idealización.
En tanto, otro dato que revela el estudio es que el 75% de las mujeres dijo estar preocupada por no poder lidiar con todo lo que significa ser madre.
"En una época donde los paradigmas de lo femenino y lo masculino están en plena transformación, la concepción misma de la maternidad está mutando", explica Mariela Mociulsky, directora de la consultora Trendsity, que impulsó una investigación sobre los nuevos perfiles de la maternidad. El estudio indica que las nuevas generaciones de madres están atravesadas por cambios sustanciales en sus roles de género, pero también crecieron con nuevos valores de época que transforman sus prácticas e intereses.
El problema se debe a la multiplicación de roles que en el último tiempo adquirieron ellas y que hace que muchas madres subsistan en la zozobra de sentir que no llegan a todo. "Eso genera mucho estrés. Las mamás hacemos todo lo que creemos que una buena madre debería hacer: llevarlos, traerlos, conseguirles vacantes en los mejores colegios, que vayan a un taller de arte... Pero, contrariamente, muchas veces nos olvidamos de que ejercer la función parental es, por ejemplo, establecer un vínculo profundo, asumir ser esa persona que va a enseñar al hijo el mundo y que lo va a conducir a descubrir quién es", explica la psicóloga y directora de la Escuela para Padres, Eva Rottemberg.
Trendsity elaboró cinco perfiles de madres de las nuevas generaciones, en función de sus preocupaciones. En el primer grupo, están aquellas que se enfocan en transmitir valores de sustentabilidad en su crianza; en el segundo, las que buscan proveer una alimentación variada y equilibrada; en el tercero, las que ponderan que sus hijos tengan suficiente estimulación creativa y artística; en el cuarto, las madres que defienden sus espacios personales como clave del bienestar familiar; y, en el quinto, las que recurren a la tecnología para solucionar casi todas sus cuestiones.
Paula Barberis, de 39 años, pertenece al grupo de las que se preocupan por la alimentación. Como madre de Ignacio y Mateo, mellizos de 10 años, y de Josefina, de 9, profesora de arte en un colegio secundario, estudiante de un máster en Educación y esposa, no tiene mucho tiempo libre. Sin embargo, prioriza que sus hijos coman -casi exclusivamente- productos que ella cocinó. Por eso, dedica una hora y media por día a preparar la cena. Para ella, es una verdadera carrera contra reloj hacer las compras y organizar todo para que la mesa esté servida a las 20 y que la familia se siente a pasar un tiempo juntos.
"Soy de las madres que se rebelan contra el prototipo de mujer ideal. Sé que no existe, pero dos por tres me encuentro dando explicaciones a lo demás o incluso a mí misma de por qué no soy una madre perfecta. Mis hijos ya lo saben y lo entienden. Pero es una misma la que se impone la exigencia y se angustia cuando no llega a todo. Incluso en el trabajo. Jamás sentí menos oportunidades laborales por ser madre", dice.
Según la última encuesta de uso del tiempo que se hizo en la ciudad, los porteños trabajan unas siete horas diarias. En promedio, las mujeres lo hacen diariamente un cuarto de hora más que los varones. Pero, los hombres dedican sólo 22 minutos diarios al cuidado de chicos o adultos que viven en su propio hogar.
Nueva imagen
"El papel de las mujeres en el mercado de trabajo y los cambios culturales respecto de los roles en la sociedad impulsaron una nueva imagen de madre", dice Carina Lupica, directora del Observatorio de la Maternidad. Según señala, en niveles socioeconómicos altos, sobre todo, ellas deben ser vistas como "mamás intensivas". "Está vigente esta idea que pretende subrayar la exigencia de «ser buena madre». Es decir, personalizada y profesionalizada. Las mujeres con mayores recursos socioeconómicos y educativos en una alta proporción consideran importante tener pocos hijos para poder dedicarles mayor cantidad de tiempo y recursos en pos de potenciar su desarrollo integral. A su vez, se convierten en madres a edades más tardías, entre otras cosas, porque la maternidad es concebida como un proyecto importante, pero no el único en sus vidas", apunta.
Por muchos años, Clara Scuderi fue una madre de tiempo completo. Cuando nació su primer hijo, junto a su marido, decidió que por un tiempo no iba a volver a su trabajo. No pasó mucho entre el primer nacimiento hasta que la casa se llenó de chicos: cuatro varones. "Nunca se me ocurriría decirles que hice el sacrificio de dejar de trabajar por ellos. Al contrario, yo lo elegí. Me di el gusto de verlos crecer, de estar presente en todos los momentos. Ser mamá es lo más importante en la vida", señala. Cuando el tercer hijo ya había empezado la escuela,Scuderi pensó en volver a trabajar. Tenía 38 años. Pero, entonces, llegó el menor y los tiempos se corrieron. Finalmente, después de los 40 armó un microemprendimiento: empezó a vender ollas entre las madres del colegio y le fue muy bien.
A pesar de ser una madre presente, confiesa que también, en ciertos momentos del día, sufre el desencanto de sentir que no es perfecta. "Me ocurre cuando siento que me enojo y hay gritos. Por eso, trato de aplicar otras técnicas con el más chiquito como mandarlo a pensar a su habitación. Lo importante es después recomponer la situación, hablar de lo que pasó y hasta disculparnos si nos excedimos. No seremos madres perfectas, pero eso sí nos hace mejores mamás".

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