No hay tristeza mayor. La muerte de un hijo supera todo. Y produce una reacción a cadena, porque los padres de esa criatura, también están muertos en vida.
Ese dolor sólo lo puede explicar alguien que lo haya padecido. Por eso, cuando una persona cree que su mayor desgracia es un desperfecto en el auto, un caño en la cocina que pierde, un corte de luz o unas vacaciones poco agraciadas, no tiene idea de los que es el dolor verdadero.
Ese dolor lo siente Julie Apicella, una mujer inglesa que ha publicado una foto en su perfil de Facebook que se ha hecho viral. Por la historia que contiene. Y por el mensaje que quiso enviar.
En Europa está terminando el verano y con la llegada del otoño comienzan las clases. Y la foto se basa en eso. El retorno de los niños a las aulas. En una mitad de la imagen se ve a Emily, de siete años, la hija de Julie. Iban a comenzar las clases en el 2015 y la nena sonríe. Entraba a segundo grado.
En la otra mitad de la foto, que corresponde a este septiembre, justo un año después, Emily ya no está. Después de una desigual lucha durante tres años, el cáncer logró su maldita victoria y Emily se marchó.
Junto a la foto, Julie ha escrito un emotivo texto: "Hora de hacer las fotos del colegio. Obviamente falta alguien muy especial: mi hija Emily.Quiero que imaginen que la foto escolar de este año será la última que vas a poder sacar y luego pasará a ser un recuerdo. Esto es todo lo que le queda a una madre desconsolada".
Emily se fue en diciembre tras una dura lucha contra un cáncer de riñón. Y su mamá quiso, con esta foto, concientizar sobre ese terrible mal. Que no perdonó a una nena de siete años.
La muerte de un hijo es un dolor que sólo el que lo sufrió puede medir. Aunque no tenga medida. Es como saber que tu corazón late y quisieras que parara. Es poder respirar y pedir que el aire se acabe. Es ver un amanecer y no entender porque es de noche. Es vivir sin sentido. Sólo lo puede decir quien lo ha sufrido...
(Clarín / Gustavo Londeix)