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08/08/2013 15:45 hs

Murió a los 100 años Efraín Bischoff

Córdoba - 08/08/2013 15:45 hs
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El historiador y escritor falleció en  Alta Córdoba, en la casa donde vivía en la ciudad de Córdoba. No habrá velatorio y será cremado.

Con cien años vividos de punta a punta, el historiador, dramaturgo, periodista, docente y compositor Efraín U. Bischoff murió este jueves en su casa de barrio Alta Córdoba, en la capital provincial.

El escritor, nacido en La Plata, no será velado. Sus familiares anunciaron que será cremado hoy mismo.

Hasta tuvo la delicadeza de esperar que recibiera todos los honores por su centenario. Eso fue en setiembre del año pasado.

Demás está decir que su figura no quedará perpetuada por el bronce, sino por el sentir popular. Se consagró a la Historia mucho antes de que fuera un boom. El tango, el radioteatro y la poesía circulaban a raudales por sus venas.

Envejeció junto a su Olivetti e infinidad de anotaciones hechas con letra clara y precisa. El almacenero no le quería cobrar, la gente lo paraba por la calle y los taxistas le preguntaban “¿usted es Bischoff?, ¡cuando mi señora se entere que lo tuve en el taxi!”.

Con él se ha ido mucho más que una persona. Es una época la que nos abandona, sin dejar sucesores.

Autodidacta y asfáltico. Como corresponde a una provincia cuya universidad, su clima y su industria automotriz atrajeron a miles de compatriotas, este cordobés famoso en realidad era oriundo de la provincia de Buenos Aires.

Efraín Bischoff había nacido en La Plata, más precisamente en Ensenada de Barragán, un 30 de setiembre de 1912. Verdadero autodidacta, hurgaba libracos, archivos y veredas hasta encontrar el dato o la inspiración.

De su prolífica obra, él apreciaba mucho “las 1.100 páginas de la Historia de Córdoba”. Y las sucesivas ediciones de “Córdoba y el tango”. Pero no hubo pueblo, institución o amigo al que no le dedicara un ensayo o un par de versos.

En Cruz del Eje. Su familia se radicó inicialmente en Cruz del Eje, donde Efraín debutó como periodista un 9 de julio de 1929, con una nota alusiva en La Idea, el mítico diario de Temístocles Pedernera.

Aunque amaba esos parajes polvorientos, la U de Urbano lo había marcado desde la cuna. “Lo mío es el asfalto, la noche, el palpitar de la ciudad …”, aseguraba con una mueca. Algunos aprovechaban para retrucarle que, por lo visto, no había pasado lo mismo con el apellido: Bischof (con una sola efe), es “obispo” en alemán. Él no era precisamente santulón, o clerical.

Monolito de Alta Córdoba. En 1940 se casó con Felisa Arce, fallecida en 1987, a quien nunca dejó de extrañar. De ese matrimonio nacieron Eduardo y Susana, padres de sus siete nietos. En 1969 se instalaron en el domicilio de Isabel la Católica, que sólo abandonó para morir. Don Efraín era el vecino ilustre de Alta Córdoba.

Su casa, un sitio de peregrinación, al cual concurrían académicos y estudiantes, colegas y aficionados, los de arriba y los de abajo. A todos los recibía por igual. Esa puerta estaba siempre abierta. Sólo una vez fue motivo de disgusto, porque dejó entrar a unos ladronzuelos que se hicieron pasar por admiradores.

Hasta bien avanzados los 90 años, se trajeaba para ir a bailar tango, visitar la Pizzería Don Luis, almorzar en la Peña Libertad o asistir a la Junta de Historia. Docentes y fuerzas vivas de pueblos perdidos en el mapa se asombraban de la predisposición con que, siendo tan mayor, se trepaba a un coche para ir a dar una conferencia o recibir un premio. Jamás se negaba.

El desafío de Rodríguez. El periodista Guillermo Rodríguez, muerto a comienzos del año pasado, supo ser uno de sus amigos dilectos. Como también lo fuera otro tanguero empedernido, Marcos “el Mono” Marchini, sorpresivamente fallecido en el 2004.

Ambos lo habían embarcado en tardías incursiones por Europa, posibilitadas por el también tardío reconocimiento mundial a la música rioplatense. Don Efraín ya era un señor de edad avanzada, cuando fue especialmente invitado al Festival de Granada. En su recorrida por edificios, monumentos y paseos hizo gala de una erudición que asombraba, o irritaba, según el caso, a los españoles.

Les advertía que “tal placa o leyenda estaban mal”, y corregía nombres, fechas y acontecimientos. “Era un lujo, viajar con él. Era como un libro abierto, en sus páginas más interesantes”, se emocionaba Rodríguez.

Cuando lo veía flaquear, lo que ocurría en contadas ocasiones, Guillermo le espetaba: “No se te ocurra morirte ahora, no vamos a permitir que el viejo (Juan) Filloy nos gane de mano´. Era una consigna, una de las tantas humoradas que nos divertían muchísimo”.

Pero la marca del escritor riocuartense fue imposible de igualar: Juan Filloy falleció el 15 de julio de 2000, 15 días antes de cumplir 106 años. Efraín Bischoff nos deja un mes y medio antes de cumplir 101.
 

Fuente: LA VOZ

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