¿Extraterrestres?
Edición del 20 / 05 / 2024
                   
04/05/2016 15:55 hs

"May the forth be with you", el día de Star Wars

Argentina - 04/05/2016 15:55 hs
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Hace un tiempo se eligió el día 4 de mayo como el día mundial de Star Wars, la famosa saga de películas de ciencia ficción que reúne fans de todos los lugares y edades. 

Desde hace algún tiempo se eligió el 4 de mayo para celebrar a nivel mundial el Día de Star Wars . El motivo de la fecha tiene que ver con que en inglés la frase "May the force." fonéticamente es muy parecida a "May the forth", o sea, al cuatro de mayo. Para celebrar este día (y mientras esperamos ansiosos la llegada de Rogue One), repasamos algunas de las escenas más emocionantes de toda la heptalogía. Y no vamos a poner el "Luke, soy tu padre" porque no queremos ser taaaan canónicos.
 

Decir que El Imperio Contraataca es la mejor película de la saga es prácticamente una obviedad. La famosa revelación del final; el comienzo en Hoth; la batalla contra los AT AT (atención al guiño en Civil War con respecto a esta escena); el clima de amargura y el tono de "está todo mal", todos estos elementos juntos hicieron que el film funcionara como una verdadera pieza de relojería. De las grandes escenas que componen esta película hay una que si bien es pequeña, alcanza y sobra para estrujarle el corazón a los fans. Sobre el final, cuando Han, Leia y su grupo caen víctimas de la trampa de Lando, Solo es finalmente capturado y congelado en carbonita para ser llevado a Jabba the Hutt. En ese momento, segundos antes de ser petrificado, Leia le da un beso digno de Olivia de Havilland a Errol Flynn y le dice a Han "te amo", a lo que él, firme y estoico como un buen héroe de aventuras, le responde "lo sé". Ambos se besan y se entregan al triste destino de pensar que esa historia de amor llegó a su final. El amor entre Han y Leia es tan enorme como la Estrella de la muerte y ese beso que los protagonistas pensaron como el precipitado final de su historia romántica, no sería más que el comienzo de una tormentosa unión, que lamentablemente, daría a luz a uno de los villanos más terribles de la galaxia, que irónicamente terminaría siendo el verdadero responsable de darle punto final a la historia de Solo.



Fue una de las pocas muertes de la trilogía original, pero sin lugar a dudas marcó a fuego el compromiso de Luke con la causa rebelde y su lucha contra el Imperio. Cuando en Episodio IV Obi Wan es asesinado a manos de Darth Vader (del que en ese momento aún se sabía poco y nada), Luke ve morir al hombre que lo sacó de la empantanada vida en Tattoine para llevarlo a recorrer las galaxias y compartir sus soñadas aventuras galácticas. Pero ese momento, a Luke le remueve mucho más ya que Obi Wan era su padre putativo, el guía adoptivo que ese joven granjero necesitaba en el comienzo de su camino como héroe. La muerte del Jedi tiñe de amargura una aventura que hasta ese momento era pura diversión y épica y cuando la capa Jedi se derrumba hacia el suelo, desaparece con ella el joven Luke para darle paso al verdadero Skywalker. Algo similar sucede con la muerte de Solo en El despertar de la fuerza, e incluso con la de Qui-Gon en La Amenaza fantasma, otros asesinatos que sirven para construir la verdadera (y terrible) esencia de Kylo Ren y Darth Maul respectivamente y cómo esas desapariciones físicas repercutieron en una próxima generación de héroes que entendieron la muerte como un llamado a la acción imposible de ignorar.



Y así como El Imperio es la mejor de todas, muchos coinciden que la segunda trilogía es de lo más floja, siendo dueña de todo tipo de parches narrativos y huérfana del encanto y la mística de las películas originales. Pero eso no quitó, obviamente, que hubiera un buen puñado de momentos logrados y, entre ellos, fácilmente se destaca el final de El ataque de los clones, una batalla enorme en la que se pudo disfrutar de los Jedis combatiendo a diestra y siniestra, mostrando la época de esplendor de esos caballeros. Y la guinda del postre es ni más ni menos que el duelo entre Yoda y el Conde Dooku. El mítico maestro Jedi, que para esa película era realizado por primera vez en digital, dejando al títere original juntando polvo en algún rincón de Lucasfilm, demostró una plasticidad insólita para ese momento, que a fuerza de saltos y revoleos, medía fuerzas de igual a igual contra el poderoso villano. Quienes tuvieron la posibilidad de ver la película en cines, probablemente recuerden cómo la sala se venía abajo entre aplausos y gritos de vitoreo ante cada sablazo del pequeño Yoda, que demostró en apenas unos minutos por qué era el gran caballero Jedi al que todos respetaban. Cine de acción puro y duro, aunque diminuto y verde.



El Despertar de la Fuerza fue un reencuentro no sólo con varios viejos (y queridos) personajes, sino también con el sabor de las aventuras clásicas de Star Wars. Pilotos temerarios, héroes inexpertos, un villano poderoso y una heroína todo terreno fueron los ingredientes que le devolvieron a la saga una grandeza que parecía perdida para siempre. De la gran cadena de momentos épicos que tiene Episodio VII, uno de los más poderosos es por lejos la revelación de Rey (Daisy Ridley) como gran aspirante a Jedi, y como continuadora de una escuela a la que todos consideraban muerta. En la batalla final contra Kylo Ren, la chatarrera devenida en guerrera galáctica demuestra una habilidad nata para el uso del sable laser (con todo lo que eso simboliza), convirtiéndose en ese instante en la gran protagonista de la película. Su relevancia a futuro la ubica como padawan del gran Luke Skywalker, siendo así la nueva esperanza para derrotar a los villanos que pretenden subyugar, una vez más, a la galaxia.

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El Regreso del Jedi es probablemente la película de la saga con mayor cantidad de momentos para la lágrima fácil. Con la llegada de los polémicos Ewoks (que según Simon Pegg en Spaced, al lado de Jar Jar Binks parecían Shaft) y un musical final con cantos y bailes, muchos la consideran como la edulcorada despedida de una trilogía que había tenidos momentos de lo más amargos. Y si bien eso es parcialmente cierto, es imposible no recordar una escena de lo más emotiva: aquella en la que Luke le ve la cara a su propio padre. Luego de ayudarlo a matar al malvado Emperador, Anakin regresa del lado oscuro para redimirse justo antes de morir, permitiéndose un merecido reencuentro con su hijo, al que había intentado corromper (sin éxito) a como diera lugar. Se trata de un momento breve, pero que alcanza para cerrar una trágica historia entre padre e hijo, un instante que si bien es algo sensiblero, no por eso resulta menos emotivo. Padre e hijo mirándose a los ojos en uno de los momentos más cálidos de toda la saga, que culmina con un posterior reencuentro en Endor con los maestros vaticinando que más allá de la muerte física, siempre estarán junto a su alumno. Un final algo cursi, pero invariablemente conmovedor.

Y no podían faltar los bloopers:

 

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