Disimula, disimula
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13/04/2016 08:25 hs

Tiempos de violencia, la prevención empieza en la infancia

Argentina - 13/04/2016 08:25 hs
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Expresión de ira. El problema empieza cuando la descarga del enojo no puede ser verbalizada. Cuando ocurre recurrentemente en el hogar, la situación se naturaliza.

Los fenómenos actuales de lo que parecería ser un incremento de las expresiones de ira constituyen el reflejo de un clima social actual en nuestro país, en el cual cada vez más asistimos al resquebrajamiento del lazo social y, como consecuencia de ello, la persona, su subjetividad, queda por fuera de lo que la enlazaba de manera simbólica y relacional a sus semejantes.

Esto lleva a la anomia de la que hablaba el sociólogo Emile Durkheim, en la cual se pierde la cohesión social y se produce el desmoronamiento de los valores que permiten un contrato social implícito de convivencia que dé sentido a una pertenencia social. Frente a dicha anomia, la persona se siente marginada e impotente y su reacción puede ser entonces de ira y de violencia como respuesta equivocada.

La ira, un fracaso

La ira es el fracaso de la posibilidad de resolución de conflictos por vía de la palabra, en un contexto de desligazón social y pérdida de sentido grupal, donde se ha resquebrajado el contrato social, la persona no admite renunciar a sus pulsiones y la caída del valor de la palabra la compele al pasaje al acto incontrolado.

En Malestar en la cultura , el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, ya había llamado la atención sobre la necesidad de renunciar en parte a la descarga pulsional directa para no caer en la barbarie. Es el precio y el tributo que la persona debe aportar para que se pueda funcionar en sociedad de manera civilizada, es decir, sujeta al Código Civil, pero sobre todo a la ley simbólica de la prohibición de agredir al otro. El sujeto no puede constituirse de manera aislada, sino que se constituye en una permanente interacción con el otro. Si el lazo social se desagrega, eso tiene una implicancia directa en la construcción del psiquismo de la persona y en su capacidad simbólica de sentirse respaldado en su necesaria renuncia a la satisfacción pulsional directa.

La herida narcisista de la exclusión del lazo social puede desencadenar una reacción violenta por parte de personas que sientan desesperación ante su vivencia de impotencia. La ira sería así una expresión pulsional directa de un sentimiento de impotencia.

No sentirse respetado y tenido en cuenta como ciudadano, o incluso como cliente de servicios que no se brindan aunque se paguen de manera directa o indirecta por intermedio de impuestos (salud, educación, transportes), atenta a la percepción de la propia subjetividad, e incrementa la vivencia de impotencia de la persona. La corrupción de ciertos dirigentes, la desvalorización del trabajo y del esfuerzo, la anonimización de los reclamos (por ejemplo, confrontarse infructuosamente con un conmutador automático, situación en la que la única posibilidad es marcar un número presuntamente de reclamo, pero limitado a una máquina), hacer largas colas que podrían subsanarse fácilmente, perderse en el laberinto de la burocracia, sentirse a la intemperie aún en su casa frente a la inseguridad que crece de manera exponencial, atenta a la percepción de la propia subjetividad y tiene efectos disolventes para la persona, generando violencia y a veces reacción de ira como expresión de desamparo. La persona se siente estafada por una respuesta que, en definitiva, equivale a una “no respuesta”. Es la caída de la palabra como mediadora de conflictos, lo cual compele al pasaje al acto violento como extrema tentativa de sentirse escuchado. La violencia como un desesperado intento de alcanzar el sentimiento de existencia. La persona presume, equivocadamente, que si el otro reacciona a su violencia, por lo tanto existe: al menos no se siente invisible.

La asociación del rifle de Estados Unidos surgió en tiempos del denominado “lejano oeste”, en los cuales cada uno se sentía con el derecho a usar armas en defensa propia. Un resabio de la ley taliónica del “ojo por ojo diente por diente”.

La institución judicial nace para evitar justamente la ley taliónica. Si no se puede confiar en la misma como mediadora de conflictos, los litigios se hacen especulares y a la violencia del uno se responde con la violencia del otro en una espiral interminable.

Algunas personas suelen pensar que la violencia social se mitiga con la violencia de las fuerzas llamadas de seguridad. A mayor delito, mayor represión. No sostengo que los delitos no deban ser castigados, pero se olvida a menudo que el castigo debería estar asociado a políticas públicas a largo plazo para prevenir la violencia. Las mismas deberían comenzar en las maternidades y jardines de infancia, favoreciendo el vínculo entre padres e hijos, crisol de todos los sentimientos humanos, desde los más loables hasta los más sádicos.

          

Violencia doméstica

La violencia doméstica es la que genera odio y una cierta “naturalización” de la violencia como modo de resolver conflictos y es, también, una modalidad que se transmite transgeneracionalmente.

Es probable que el niño sometido a violencia sea él mismo violento. Es la violencia doméstica la que habría que prevenir, dándole al niño su verdadero estatuto de persona sujeto de derechos. Así como la violencia social que implica que haya niños desnutridos, en la calle o en situación de abuso.

El inicio de la violencia doméstica es la no aceptación de la ajenidad del otro. Al niño se lo trata como un fetiche inanimado, como si fuera una parte del adulto. El niño no existe como un otro digno de respeto, sino como un objeto al que creen pueden manipular y maltratar al ritmo de las oscilaciones de su sadismo. Pretenden gozar del otro como instrumento de placer al servicio de sus caprichos. Se confunde deseo por el otro con dominio sobre el otro, objeto fecalizado sobre el cual se proyectan las pulsiones destructivas. La persona se siente con el derecho –como si su “ley” fuera “la” ley– de someter al otro a sus designios, el otro cosificado al servicio de un goce mortífero, que puede conducir a la muerte real.

La manera de prevenir la violencia social es brindando al niño la posibilidad de ser nutrido, cuidado, educado, es decir, gozar de sus derechos de niño. Que su cuerpo sea respetado y se le brinde la posibilidad de expresarse a través de una palabra escuchada.

Si bien la violencia es inherente a la condición humana, lo interesante es qué hacer 
con ella.

Si la descarga del enojo puede ser verbalizada, la misma no se convertirá en una furia enquistada en el psiquismo. La prevención de la violencia hacia la infancia es la mejor manera de mitigar la violencia social, haciendo de las personas ciudadanos responsables. No es una tarea fácil, pero requiere políticas a largo plazo que no se resuman a una acción meramente represiva.

En las sociedades desprovistas de sistema judicial, y por lo tanto amenazadas por la venganza, la misma se evacuaba a través del sacrificio ritual, de animales o incluso de seres humanos, en su mayoría niños, como en la antigua Grecia. Eran los chivos expiatorios.

La infancia ha sido desde el origen de la humanidad la que pagó el pato de la violencia social. No volvamos a la época del sacrificio, dejando a la infancia en situación de desamparo como exutorio de la violencia social. La sociedad está compuesta de niños y de adultos que alguna vez fueron 
niños.

La violencia probablemente no desaparezca, la violencia cero es un objetivo utópico. Las pulsiones destructivas son inherentes al ser humano. Pero se pueden mitigar. Se requieren una reflexión muy amplia y políticas públicas de prevención.

Perfil

Juan Eduardo Tesone es médico egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y médico psiquiatra por la Universidad de París XII. Es miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y también integrante de la Sociedad Psicoanalítica de París. Es autor del libro En las huellas del nombre propio (Letra Viva), que recibió el segundo Premio Nacional 2011 de la Secretaría de Cultura de Nación en la categoría “Ensayo psicológico”.


 

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