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25/03/2016 18:09 hs

El papa Francisco encabezó el Vía Crucis en Roma

Internacionales - 25/03/2016 18:09 hs
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Durante la tradicional ceremonia al pie del Coliseo romano, el Sumo Pontífice evocó las cruces que azotan nuestro tiempo como el terrorismo, las armas, los corruptos y los destructores del ambiente

En el tradicional Vía Crucis en el Coliseo -sitio donde los cristianos fueron martirizados durante el Imperio romano-, el papa Francisco evocó hoy las tantas cruces que azotan nuestro tiempo. Denunció el fundamentalismo, el terrorismo, los vendedores de armas que alimentan las guerras, así como los corruptos, los "destructores" del ambiente, el "silencio infame" ante la barbarie de hoy y "nuestra conciencia insensible y anestesiada" ante el drama de los inmigrantes.

Y volvió a llamar la atención sobre los perseguidos, los refugiados, los ancianos abandonados, los discapacitados, los niños desnutridos y los "descartados por nuestro egoista e hipócrita sociedad".

"Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los rostros de los niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras y de la violencia, y que con frecuencia sólo encuentran la muerte y a tantos Pilatos que se lavan las manos", clamó el Papa, en una oración vibrante, que pronunció al terminar el Vía Crucis, el rito principal del Viernes Santo, que recuerda la pasión y muerte de Jesús.

En la plegaria, Francisco recordó ante que nada que la cruz de Cristo es a la vez "símbolo del amor divino y de la injusticia humana". Y como ya había hecho ayer, cuando le lavó los pies a refugiados de un centro de acogida de las afueras de Roma, no pudo no aludir a los atentados de Bruselas. "Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de cierta religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia", dijo.

Contra las armas y la guerra

"Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los poderosos y en los vendedores de armas que alimentan los hornos de la guerra con la sangre inocente de los hermanos. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los traidores que por treinta denarios entregan a la muerte a cualquier persona. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ladrones y en los corruptos que en vez de salvaguardar el bien común y la ética se venden en el miserable mercado de la inmoralidad", denunció también el Papa, que habló desde la terraza de la colina del Palatino.

Desde ese mismo lugar, frente al Coliseo, enfundado en un sobretodo blanco y concentrado, siguió las meditaciones que acompañaron poco antes las catorce estaciones del Vía Crucis. Fiel reflejo del temor atentados después del espanto de Bruselas, la zona se encontraba blindada, repleta de fuerzas de policía y militares y con menos gente que en ocasiones anteriores. Los centenares de fieles, entre los cuales centenares de turistas de todo el mundo, que pese al miedo participaron del rito, con velas prendidas, en silencio, debieron sortear diversos controles y pasar sus pertenencias por detectores de metales portátiles.

Tras mencionar "los destructores de nuestra «casa común» que con egoísmo arruinan el futuro de las generaciones futuras", algo que no podía faltar luego de haber escrito el año pasado un encíclica sobre el tema, el Papa volvió a referirse a uno de los temas que más lo angustian, es decir, los cientos de miles de refugiados que mueren ahogados en el Mediterráneo, intentando alcanzar Europa, la tierra prometida, en medio de la indiferencia. "Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en nuestro mediterráneo y en el Mar Egeo convertidos en un insaciable cementerio, imagen de nuestra conciencia insensible y anestesiada", lamentó.

Males de la Iglesia

En su fuerte oración el Papa, también denunció males de la misma Iglesia católica. De hecho, se refirió al escándalo de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes al señalar "a los ministros infieles que, en vez de despojarse de sus propias ambiciones, despojan incluso a los inocentes de su propia dignidad". Y en pleno Jubileo de la misericordia, también apuntó a los "corazones endurecidos de los que juzgan cómodamente a los demás, corazones dispuestos a condenarlos incluso a la lapidación, sin fijarse nunca en sus propios pecados y culpas".

Más allá de los males, destacó, por otro lado, todo lo positivo de la cruz, "imagen del amor sin límite y vía de la Resurrección". Y mencionó a todas las personas buenas y justas que hacen el bien sin buscar el aplauso o la admiración de los demás.

"Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros fieles y humildes que alumbran la oscuridad de nuestra vida, como velas que se consumen gratuitamente para iluminar la vida de los últimos. Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en el rostro de las religiosas y consagrados -los buenos samaritanos- que lo dejan todo para vendar, en el silencio evangélico, las llagas de la pobreza y de la injusticia", dijo.

Exaltó el valor de la misericordia, "la expresión más alta de la justicia y de la fe" y concluyó con una última exhortación: "Oh Cruz de Cristo, enséñanos que la aparente victoria del mal se desvanece ante la tumba vacía y frente a la certeza de la Resurrección y del amor de Dios, que nada lo podrá derrotar u oscurecer o debilitar. Amén".

Para su cuarto Vía Crucis en el anfiteatro Flavio, Jorge Bergoglio le pidió que escribiera las meditaciones al cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia. Este purpurado, cercano al Papa, centró sus reflexiones sobre las 14 estaciones alrededor del tema "Dios es misericordia" y los sufrimientos actuales de la humanidad.

"¿Cómo no ver el rostro del Señor en los millones de prófugos, refugiados y desplazados que huyen desesperados del horror de la guerra, de las persecuciones y de las dictaduras?", fue la pregunta que se oyó en la sexta estación. Las meditaciones fueron leídas, como en otras oportunidades, por locutores profesionales. Y acompañaron el trayecto de la cruz, que fue llevada por el cardenal vicario de Roma, por una familia italiana, religiosas y diversas personas de países castigados, entre las cuales, de Siria.

La Pasión del Señor

En la celebración de la Pasión del Señor que tuvo lugar poco antes en la Basílica de San Pedro -en la que el Papa se postró en el suelo en adoración-, el predicador de la Casa Pontificia, el capuchino Raniero Cantalamessa, también evocó el horror de Bruselas.

"El odio de los atentados terroristas de esta semana en Bruselas nos ayudan a entender la fuerza divina encerrada en esas últimas palabras de Cristo: 'padre, perdonalos porque no saben lo que hacen'", dijo Cantalamessa, que llamó a evitar venganzas. De hecho, destacó que lo opuesto a la misericordia no es la justicia, sino la venganza. "Jesús -explicó- no opuso la misericordia a la justicia, sino a la ley del talión, ojo por ojo, diente por diente. Perdonando los pecados, Dios no renuncia a la justicia, renuncia a la venganza."No quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva".





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