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16/02/2016 03:22 hs

Tevez, de aquel líder positivo a este jugador desorientado

- 16/02/2016 03:22 hs
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El emblema de Boca resume el estado de confusión de Boca; pasó de contagiar su liderazgo a naufragar en la cancha

La primera imagen que rescata la memoria de este verano es la de un bronceado intenso y una sonrisa con aire de mar y relax. La segunda ya se trastoca en un gesto desafiante hasta provocar la reacción y posterior expulsión de Jonatan Maidana en el Superclásico de Mar del Plata. La tercera lo recuerda reprochando con severidad a Rodrigo Mora por su festejo del gol en la revancha ante River en Mendoza. Le sigue aquella que lo retrató fallando un gol cantado ante San Lorenzo tras ganarle la espalda a Caruzzo, en Córdoba. La última, la de este domingo, es todavía menos afortunada.

A los 40 minutos del segundo tiempo, con 0-1 en la chapa ante un Atlético Tucumán que ya jugaba con uno menos, Carlos Tevez deambulaba por la mitad de la cancha. Los brazos en jarra, la mirada perdida, los brazos utilizados como aspas para demostrar el descontento expresaban una mezcla de cansancio y fastidio. O de ambos a la vez, es decir, de hartazgo. Y el 14 de febrero parece una fecha prematura para sentirse harto.

Desde el mismo día que aterrizó en Buenos Aires, a mediados del año pasado, Tevez pasó a ser el hombre que explica a Boca. O al revés, Boca -club, equipo, estado de ánimo- se explica a partir de quien regresó del exilio como hijo pródigo. Y así como durante el semestre anterior su actitud fuera del campo y sus prestaciones sobre el césped alcanzaron y sobraron para entender por qué un equipo que había perdido la brújula tras la noche del gas pimienta fue capaz de alzar dos títulos, hoy buena parte de la confusión que vive el bicampeón argentino también encuentra argumentos en el dueño de la número 10.

"Estoy preparado para que no me supere el mundo Boca", dijo el ídolo xeneize el día de la presentación en La Bombonera, y durante meses, su aparente madurez recibió alabanzas desde los cuatro puntos cardinales del fútbol argentino.

Tevez se convirtió entonces en líder doblemente positivo. Fuera del césped porque su presencia sirvió para pasar la página de la eliminación en la Libertadores, para acercar el equipo a los hinchas y producir un feedback que retroalimentó la fe y la alegría. En la cancha, a pesar de arrastrar el agotamiento y los golpes de una temporada extenuante en la Juventus, levantó del lodazal a un equipo que dudaba de sí mismo y lo llevó de la mano a la conquista del torneo y la Copa Argentina. Pero además se mostró cambiado en el trato con árbitros y rivales, tolerante con los golpes, atinado en las declaraciones, incluso cortés en algunos casos: el esfuerzo que realizó en demostrar el dolor que le produjo haber fracturado a Ezequiel Ham, el volante de Argentinos Juniors, fue una prueba de la metamorfosis vivida desde su marcha a principios de 2005.

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