El Padre Barbero cumple sus bodas de oro como sacerdote y por ello el Obispado de Río Cuarto organiza una celebración en su honor.

El 8 de enero se realizará una Misa de Acción de Gracias, a las 20 hs., en la Ciudad de los Niños con motivo de la celebración jubilar de los 50 años como sacerdote del Padre Eusebio Barbero.

El Obispo Diocesano, Mons. Adolfo Uriona, concede a todos los que peregrinen el 8 de enero, a la Capilla del Divino Niño (Ciudad de los Niños), la posibilidad de ganar la Indulgencia Plenaria.

Biografía del Padre Eusebio Barbero
Eusebio Bautista Barbero nació en Río Cuarto el 19 de octubre de 1941. Es hijo de Miguel Joaquín Barbero (italiano) y Teresa Antonia  Viglione (argentina). Fue bautizado por el P. Carmelo Bruno en la Iglesia Catedral de la misma ciudad el 1 de febrero de 1942 y confirmado por el Superior General de los Misioneros de los Sagrados Corazones (Mallorca), R.P. Gaspar Munar, delegado por el Obispo Diocesano, en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús (Río Cuarto).   Perteneció a la Sección de Niños y Aspirantes de la Acción Católica.
Ingresó al Seminario Sagrada Familia de la Diócesis de Río Cuarto en marzo de 1954 habiendo terminado el sexto grado en la Escuela Provincial Manuel Belgrano de Río Cuarto. Fue presentado por el Padre  Juan Amengual (Misionero de los Sagrados Corazones), párroco de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de la misma ciudad.  Fue ordenado diácono el 1 de agosto de 1965 en la Iglesia Catedral. La ordenación sacerdotal fue el 8 de enero de 1966 en la Parroquia Sagrado Corazón en Río Cuarto, lugar donde celebró su primera misa el 9 de enero.
Fue designado Vicario Cooperador de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced (La Carlota) en marzo de 1966. Allí mismo fue Vicario Sustituto de enero a octubre de 1970. Desde esta fecha hasta junio de 1973 fue Vicario Cooperador de Sampacho, con residencia en Bulnes para la atención de las comunidades de Suco, Chaján y Bulnes y sus colonias.
Desde 1973 hasta 1995 fue Cura Párroco de Nuestra Señora de Luján y San Martín de Porres en Río Cuarto, parroquia que incluía las actuales comunidades parroquiales de San Cayetano y Santa María Teresa Goretti.  En el año 1988, junto a miembros de la comunidad parroquial, trabajando en la contención de los niños que presentaban situaciones de desamparo, nace la Ciudad de los Niños. A partir de 1995 ejerce su ministerio pastoral en la Ciudad de los Niños, siendo Vicario Parroquial de Santa Lucía para la atención de la Capilla del Divino Niño.
Ha sido Capellán del  Servicio Penitenciario, siendo en la actualidad Capellán Mayor del Servicio Penitenciario de la Provincia de Córdoba. Ha sido miembro del Colegio de Consultores de la Diócesis de Río Cuarto, del Consejo Presbiteral y asesor del Consejo Diocesano de Minoridad.  Es delegado episcopal para la Pastoral Carcelaria.
 
Ciudad de los Niños
La Ciudad de los Niños surgió en el año 1988 como concreción de la inquietud del sacerdote [Pbro. Eusebio Barbero] y la comunidad de la parroquia San Martín de Porres y Nuestra Señora de Luján de la ciudad de Río Cuarto. En el marco de la tarea pastoral en los barrios, se proyectó ofrecer contención a los niños que asistían a la catequesis, atendiendo a la situación de desamparo que presentaban. Así nació la Fundación “San Martín de Porres” otorgándosele personería jurídica.
Desde aquel momento, la obra fue creciendo tanto en su dimensión material como en la definición, realización y profundización de la misión que la identifica: trabajar por la dignidad y el bienestar de los niños ofreciéndoles un contexto de familia para desarrollarse y crecer. 
El crecimiento se materializa en el desarrollo físico que ha experimentado la obra, la que comenzó su tarea atendiendo a 10 niños/as a cargo de una familia en un predio ubicado en la zona rural de Las Higueras.
En 1991 la institución fue trasladada al barrio Las Ferias de la Ciudad de Río Cuarto, donde funciona actualmente, en un amplio predio que permitió diversificar los servicios y aumentar el número de la población beneficiaria.
En 1992 fueron acogidos, en una única casa, 20 niños y niñas y al año siguiente se comenzaron a construir las casas con dependencias de uso común (lavadero, despensa, cocina). Esta estructura edilicia (cada casa es una unidad habitacional completa) responde al sentido mismo de la obra, ya que facilita la convivencia familiar y el conocimiento mutuo entre los que habitan la misma casa. 
El 11 de noviembre de 1994 se inauguró y bendijo la Ciudad de los Niños, 4 años más tarde se construyó la Capilla del Divino Niño y en 1999, gracias a la ayuda del Gobierno Nacional y Provincial quedó habilitado el SUM (Salón de usos múltiples con la biblioteca y la sala de computación) nuevo espacio para la realización de actividades y eventos.

En el año 2004 abrió sus puertas el Taller de Capacitación Ranqueles, equipado con máquinas donadas por el Rotary Club de Río Cuarto y financiado por el gobierno provincial. Los talleres son de utilidad para recibir capacitación laboral en diversos rubros, entre ellos: tornería, carpintería, soldadura, electricidad domiciliaria y del automóvil.
El 12 de diciembre de 2008 se aprobó el proyecto para la Escuela Divino Niño, destinada a niños y adolescentes que se encuentren fuera del sistema educativo formal por situaciones de sobreedad. Enmarcada en el formato de educación para adultos, brinda formación primaria y secundaria ofreciendo al mismo tiempo capacitación en oficios, con pasantías laborales y tutorías para acompañar a los adolescentes en el proceso de inserción en el mundo del trabajo.
La historia de la Ciudad de los Niños está compuesta de momentos compartidos, difíciles algunos, gozosos otros. Muchos niños y adolescentes han pasado por nuestra casa. Muchos regresan para contar y mostrar sus logros en la vida: una familia estable, hijos, trabajo, responsabilidades asumidas, sus luchas cotidianas. Otros recurren en busca de alguna ayuda momentánea, sabiendo que esta es su casa. 
Nada de esto hubiera sido posible sin la ayuda sostenida de las autoridades provinciales y de la comunidad, que supieron valorar la obra humana que se realiza con cada uno de los niños, y el esfuerzo cotidiano por devolverles la esperanza y la aspiración de una vida digna.