La destitución de Alejandro Vanoli al frente del Banco Central y la convocatoria a sesiones extraordinarias para tratar un paquete de leyes cuyo contenido se definirá en las próximas horas y que podría comenzar con una reforma política serán los primeros desafíos que deberá afrontar el Congreso con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia.

Sin embargo, la tarea no será sencilla. En los 18 días que restan hasta su asunción, el nuevo gobierno tendrá que trabajar en el armado de las mayorías legislativas que le permitan sancionar leyes en ambas cámaras legislativas.

La idea que impera en Cambiemos es apostar a sellar acuerdos con los gobernadores peronistas, que volverían a recuperar el control sobe sus legisladores con la retirada del kirchnerismo. Es una idea que esbozó el propio Macri y que avalan referentes del radicalismo, como Ernesto Sanz.

El trabajo más arduo lo tendrá la nueva coalición oficialista en el Senado, donde apenas 19 legisladores responderán al oficialismo. Muy poco si se toma en cuenta que el cuerpo tiene 72 miembros y el quórum para iniciar una sesión y para habilitar una votación es de 37 senadores sentados en sus bancas.

En Diputados el trabajo tampoco parece fácil, aunque la cuesta se perfila menos empinada. El mosaico que impulsó la candidatura presidencial de Macri (Pro, UCR y la Coalición Cívica) suma 93 escaños y el quórum es de 129 legisladores.

Según pudo saber LA NACION, uno de los encargados de buscar los votos que tanto necesitará Cambiemos será Emilio Monzó, operador político de Macri y candidato de Pro para convertirse en el nuevo presidente de la Cámara de Diputados.

En ese sentido, fuentes legislativas aseguraron que Monzó ya habría realizado un primer contacto con Adolfo Rodríguez Saá en la búsqueda de empezar a conseguir el apoyo de los 10 senadores que el peronismo no kirchnerista tendrá a partir del 10 de diciembre.

Si bien hace dos semanas se barajó la posibilidad de que Macri dictara sus primeras medidas por decreto de necesidad y urgencia (DNU) hasta que pudiera conseguir las mayorías legislativas necesarias, los vientos han cambiado y ahora la idea que prevalece es convocar a extraordinarias para evitar la mala imagen institucional que implicaría gobernar mediante DNU, instrumento cuestionado en duros términos por la UCR y Pro como opositores al kirchnerismo.

Por esa razón, se buscará establecer una agenda que consiga el más amplio consenso de todas las fuerzas políticas, lo cual garantizaría la sanción en ambas cámaras. De paso, el nuevo oficialismo ganaría puntos mostrando una cara diametralmente opuesta a la del kirchnerismo en estos últimos doce años.

Una de esas medidas sería el cambio del instrumento de votación. La boleta electrónica es una alternativa que atrae al macrismo, que la ha implementado con éxito en la ciudad de Buenos Aires. Además, aseguraría el apoyo del salteño Juan Manuel Urtubey, uno de los gobernadores que disputarán el poder en el peronismo que viene, que también lo aplicó en su provincia.

El caso Vanoli será controvertido y pondrá a un sector del PJ, al kirchnerismo para ser más específicos, en estado de alerta.

Sin embargo, será prioridad porque el desplazamiento del titular del BCRA es de vital importancia para el manejo de la política monetaria y cambiaria que pretende aplicar Macri y porque estará al alcance del futuro gobierno, ya que el presidente sólo necesita el consejo de una comisión especial del Congreso en la que Cambiemos tendrá mayoría asegurada.

Otro punto de conflicto son los acuerdos (judiciales, diplomáticos y militares) pedidos por Cristina Kirchner. Sobre este tema, Federico Pinedo ya le hizo saber al peronismo que se abstenga de avanzar con esos acuerdos porque el nuevo gobierno pretende revisar esas listas de nombramientos.

Nueva conducción

El cambio de gobierno también implicará nuevos nombres en la conducción de ambas cámaras.

Como se dijo, Monzó presidiría Diputados, aunque los radicales quieren ese lugar para Mario Negri (Córdoba). Dicen, con picardía, que Monzó sería un gran ministro del Interior para desperdiciarlo en el Congreso.

La presidencia provisional del Senado, segundo escalón en la línea sucesoria presidencial, sería para el radical Juan Carlos Marino (La Pampa).

La estratégica secretaría administrativa del Senado será potestad de Gabriela Michetti, que presidirá el Senado. Para ese lugar suenan dos nombres: Humberto Schiavoni y Oscar Moscariello.