La crisis de refugiados que está trastornando a Europa "es la punta del iceberg". Debajo, hay "un sistema socioeconómico malo e injusto, que descentró a la persona y puso en el centro al dios dinero".

Son palabras del papa Francisco en una entrevista con una radio católica portuguesa difundida ayer, en la que volvió a hablar de la urgencia de que el Viejo Continente se abra a los miles de desesperados, más allá del riesgo de infiltraciones terroristas.

El Papa, de hecho, reconoció que la actual y dramática crisis migratoria -fruto de la guerra en Siria y de hambre y falta de trabajo en varios otros países de África y Medio Oriente- se da en un contexto muy distinto al que hubo en el pasado. "Las condiciones de seguridad territorial hoy día no son las mismas de otra época, porque es verdad que tenemos a 400 kilómetros de Sicilia una guerrilla terrorista sumamente cruel. Entonces, el peligro de la infiltración es verdad", admitió, al aludir, sin mencionarlo, al grupo fundamentalista Estado Islámico, autor de masacres de cristianos y musulmanes.

Entrevistado por Aura Miguel, veterana periodista de Radio Renascenca el 8 de septiembre, en ocasión de la visita ad limina de obispos portugueses, Francisco también reconoció que la amenaza terrorista puede llegar a Roma. "Nadie aseguró que Roma sea inmune a esto, pero se pueden tomar precauciones", afirmó. Al insistir en la urgencia de abrir puertas y de no levantar muros ante la masiva oleada de migrantes, Jorge Bergoglio también recordó su origen y la apertura al inmigrante de la Argentina.

"Yo soy hijo de migrantes y soy de la oleada migrante del año 29. Es verdad que en aquella época hubo trabajo, pero en mi misma familia, que tenían trabajo, en el año 32, con la crisis económica del 30, se quedaron en la calle, sin nada, y mi abuelo compró un almacén con 2000 pesos que le prestaron. Y mi papá, que era contador, hacía el reparto con la canasta, o sea, tenían ganas de luchar, de vencer, ¿no? Yo sé lo que es la migración", contó.

"Y después vinieron las migraciones de la Segunda Guerra, sobre todo del centro de Europa, muchos polacos, eslovacos, croatas, eslovenos y también de Siria y del Líbano. Y siempre nos llevamos bien ahí. En la Argentina no hubo xenofobia y ahora hay migración interna de América, de otros países de América vienen a la Argentina, aunque estos últimos años disminuyó por la falta de trabajo en la Argentina", agregó.

Francisco, que durante el Angelus del 6 de septiembre llamó a parroquias, instituciones religiosas y conventos de toda Europa a acoger al menos a una familia, también confirmó que en el Vaticano están listos para recibir a dos familias, que ya fueron ubicadas. Y al recordar que hace dos años había pedido que los conventos vacíos abrieran sus puertas a inmigrantes en vez de convertirse en hoteles de lujo, causó revuelo al sentenciar que quien hace ese negocio debería pagar impuestos. "Es que ahí también hay una tentación del dios dinero. Algunas congregaciones dicen «no, ahora que está el convento vacío vamos a hacer un hotel, y con eso nos mantenemos o ganamos dinero». Bueno, si querés hacer eso, pagá los impuestos. Un colegio religioso está exento de impuestos, pero si trabaja como hotel, que pague los impuestos como cualquier hijo de vecino. Si no, el negocio no es muy sano", disparó.

En Italia, donde existe una de las presiones impositivas más altas del mundo, siempre fue tema de discusión la exención de impuestos de la que se beneficia la Iglesia Católica.

Ante una pregunta sobre su popularidad, por otro lado, el Papa recordó que Jesús también fue muy popular, pero que terminó crucificado. Aunque aseguró que no perdió la paz, que consideró "un regalo de Dios". Además, ante otra pregunta reiteró que lo único que extraña de Buenos Aires es "salir a callejear, andar por la calle". (La Nación)