Las expectativas de una resolución rápida y pacífica al conflicto fronterizo entre Colombia y Venezuela parecen haberse disipado, luego de que Caracas extendiera el cierre de fronteras y el estado de excepción al estado de Zulia, y de que fuerzas de seguridad de ese país mataran a dos presuntos paramilitares colombianos en Ayacucho.

La medida sorprende luego de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aceptara anteayer la mediación de Brasil y la Argentina para reunirse con su par colombiano, Juan Manuel Santos, en Manaos o Buenos Aires. Mientras que Santos aceptó una oferta similar de Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay.

"He decidido, luego de un diagnóstico exacto para construir la nueva frontera, proceder al cierre del paso fronterizo de Paraguachón, en el estado Zulia, para seguir avanzando con la liberación de delitos criminales, paramilitares, contrabandistas", anunció ayer Maduro, quien además ordenó el traslado de 3000 militares a la zona y llamó a un debate sobre una "una nueva frontera de paz".

Bajo estos mismos argumentos Maduro ordenó el 19 de agosto cerrar la frontera en el estado de Táchira, que ocasionó la deportación de 1467 colombianos y la migración de otros 18.169, asustados por posibles represalias, según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU.

El movimiento de personas generó una crisis humanitaria en la ciudad colombiana de Cúcuta, que, del otro lado de la frontera, se hizo cargo de recibir a los expulsados.

Pero en el caso de Zulia, el departamento fronterizo de La Guajira, en Colombia, no tiene la infraestructura para encarar un posible éxodo, ya que los dos municipios en la frontera, Paraguachón y Maicao, tienen un alto nivel de pobreza y se encuentran en una zona árida y calurosa.

"Esto nos perjudica aquí en La Guajira, espero poder hablar con el presidente, porque en estos momentos con toda la problemática del combustible, vamos a tener muchos problemas sociales", advirtió José María Ballesteros, gobernador de La Guajira.

La zona, que registra el mayor número de niños fallecidos por desnutrición, sobrevive en gran parte gracias al intercambio con Venezuela de mercancías, alimentos y combustibles. En contraste, es una de las regiones mineras más ricas del país.

También es hogar de una de las etnias indígenas más grandes de Colombia, los wayúu, que desconocen las fronteras y se mueven entre ambos países sin permisos gubernamentales.

"Amanecimos hoy demasiado tristes por el cierre y el estado de excepción", dijo Ricardo Fernández, miembro del pueblo wayúu y defensor de los derechos de la comunidad, que también negó que en la región actuaran paramilitares, aunque sí reconoció la presencia de guerrilleros. "Pero ellos no nos molestan", explicó.

La presencia de paramilitares en la frontera, dedicados al contrabando y al narcotráfico, es el principal argumento esgrimido por Maduro para forzar el cierre de fronteras. Ayer, en el municipio de Ayacucho, en la frontera con Colombia, dos presuntos paramilitares fueron abatidos por las fuerzas de seguridad venezolanas.

El enfrentamiento sucedió entre un comando de Caracas y supuestos miembros de "Los Rastrojos", uno de los últimos grupos dedicados al narcotráfico que aún permanecen activos en Colombia.

Bogotá sostiene que los paramilitares se desmovilizaron, pero algunos remanentes de "Los Rastrojos" y también de "Los Urabeños" seguirían actuando como bandas criminales.

En tanto, la reciente escalada entre Bogotá y Caracas podría perjudicar las negociaciones en La Habana para lograr un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Más en el caso del ELN, que mantiene su retaguardia en Venezuela, las gestiones de Maduro resultaron muy importantes para acercar a todos los actores, aunque las negociaciones son más lentas que con las FARC.

"Es equivocada la actitud del gobierno venezolano", señaló ayer en conferencia de prensa Juan Fernando Cristo, ministro del Interior colombiano, que también dijo: "Con declaraciones y decisiones como las que anoche tomó Maduro, se dificulta ese diálogo y pareciera no existir un real interés del gobierno venezolano en solucionar la crisis".