Poco más de diez días antes de que empiece la primera visita de Francisco a Estados Unidos, las entradas para verlo se agotan y lossouvenirs para evocar el inédito momento se venden como pan caliente, mientras miles de personas se alistan para asistir a los actos públicos que ofrecerá en tres ciudades de este país, incluyendo esta capital.

Pero junto con toda esa expectativa aflora la inquietud inherente a una visita que plantea no sólo enormes desafíos de logística, sino que revela tensiones de corriente ideológica tanto dentro de la Iglesia norteamericana como en el espectro político.

En ese terreno, la línea del Papa parece más en sintonía con la del presidente Barack Obama, que ha citado su pensamiento en aspectos claves de su agenda. Entre ellos, la lucha contra la desigualdad y la atención al cambio climático.

"El disenso de los sectores conservadores crece en el Vaticano", apuntó ayer en sus titulares el influyente The Washington Post, al hacerse eco de las resistencias que el Papa genera en su propia casa, como una suerte de reflejo de lo que ocurre aquí mismo.

No en vano uno de los expositores de la reserva ante planteos papales es el cardenal norteamericano Raymond Burke. "Hay que estar muy atentos a lo que hace el Papa. Su poder no es absoluto", previno.

La afirmación profundizó la línea de cautela que sectores conservadores mantienen frente a la forma en que el Papa se acerca a cuestiones tales como el aborto y el matrimonio. "Ampollas que empiezan a aparecer", según comentan medios locales.

"¿Impactará en los Estados Unidos su reciente reforma de la anulación del matrimonio?", se preguntaba ayer el propio Post ante los pasos que dispuso para quienes pretendan lograr la nulidad del vínculo sacramental. "Un asunto que potencialmente puede tener impacto en la vida de millones de personas en este país", declaraba el mismo diario. Apeló para ello a estadísticas según las cuales el 25% de los católicos se encuentra divorciado y que, de ese total, una cuarta parte buscó la nulidad del vínculo.

Desde hace días, el Papa es noticia permanente en medios locales, que acompañan así la creciente expectativa por una visita que será la primera que Jorge Bergoglio hace a este país. Nunca, hasta ahora, había puesto pie en su territorio. "Es algo que tiene que ver con quién es el Papa", decía, días atrás, The New York Times, y con qué representa los Estados Unidos.

En más de una ocasión censuró el Papa los efectos indeseados de la economía de mercado, algo que aquí se ve como poco menos que sacrosanto.

Otra de las diferencias es su preocupación por la ecología y, en especial, por la "responsabilidad" ante el futuro, lo que se asocia con el llamado "cambio climático".

Algo que no pocos republicanos tildan de poco menos que una patraña sin real sustento científico. Entre ellos, el aspirante a la Casa Blanca Donald Trump, para quien la idea del "calentamiento global" es "una excusa" para aumentar los impuestos.

En forma paralela, lo otro que obsesiona es la seguridad y el temor de que la presencia del Papa y la masiva movilización que generará presenten el escenario para potenciales riesgos de sabotaje, ante las crecientes amenazas que se registran en ese sentido.

Las autoridades detectaron la existencia de páginas web en las que abiertamente se llama a sabotear la visita de quien "debería ser ajusticiado por crímenes contra la raza blanca", según alardean sitios supremacistas. Desde amenazas de ese tono hasta otras menos grotescas y más inquietantes son muy tenidas en cuenta en estos días..(La Nación)