Insinuante o provocadora, ligeramente sensual. Intensísima, siempre. Elena Roger ofreció anoche un recital de canciones que la confirmó como una de las grandes voces de nuestro país. El repertorio fue inmejorable y reunió algunos de los temas más celebrados, que alguna vez cantaron las dos intérpretes a las que hace ya algunos años decidió rendirles homenaje: Edith Piaf y Mina. Y hubo más: una versión notable de "Soñé un sueño", que pertenece al musicalLos Miserables de Claude-Michel Schönberg (y que no hace mucho tuvo en el cine una versión muy aplaudida a cargo de Anne Hathaway), y "No llores por mí Argentina", el himno de Evita de Andrew Lloyd Weber, que dio la vuelta al mundo en voces tan variadas como las de Paloma San Basilio y Madonna.

Sucedió anoche, en el Teatro Colón, y Roger supo acercarse al público con intimidad, aun con lo imponente de esa sala. Fue la puesta en marcha del ciclo LN Cultura, organizado por LA NACION y con el auspicio de Swiss Medical, Petrobras y Citroën. El auditorio, colmado, celebró una y otra vez a la cantante argentina. Aunque, para decirlo todo, Elena Roger es antes que nada una actriz. Es esa naturaleza la que le da un sustento distinto a su desempeño vocal; esa capacidad que le permite comprender cabalmente los textos que debe afrontar y así extraer de ellos sus significados más hondos.

Quizá sea el repertorio de Piaf -el espectáculo que en 2009 la trajo a Buenos Aires y que también ofreció en Londres y le concedió una merecida proyección internacional- el que mejor se ajuste a su temperamento dramático. Si anoche algún espectador decidió cerrar los ojos, por un segundo habrá tenido la sensación -sólo eso, un hechizo, porque se sabe que la estatura artística de Piaf es casi inalcanzable- de que estaba ante la mismísima intérprete francesa, la gran voz doliente de Francia durante la posguerra y musa de artistas e intelectuales de la época. Bastó escuchar otra vez "L'accordéoniste", "Hymne a l'amour" y "Je ne regrette rien" para comprender que se estaba ante una intérprete de enorme potencia dramática. Y "Rien de rien", que llegó con los bises.

El segmento dedicado a Mina fue otro de los puntos altos del espectáculo. Hace bastante tiempo que Elena Roger comenzó a familiarizarse por azar con la excepcional tigresa de Cremona, quien para muchos está entre las cantantes populares de todos los tiempos junto a artistas como Billie Holiday, Elis Regina o Ella Fitzgerald. Roger abordó un repertorio en este caso menos conocido (una figura notable de la canción europea en los años 60 y 70, Mina fue desapareciendo de a poco de los medios) con "Un anno d'amore" e "Indiferentemente", entre otros temas que integraron su espectáculo Mina, che cosa sei?!?

Los otros momentos que provocaron ovaciones tuvieron raíz argentina. Roger atacó primero tres temas de Evita, y luego varios de Piazzolla y Ferrer, entre ellos la invencible "Balada para un loco" y "Chiquilín de Bachín".

Que la notable cantante haya estado acompañada apenas por un piano no hizo más que contribuir al brillo de su voz. Nicolás Guerschberg eligió una interpretación despojada, sin necesidad de acudir a recursos expresivos rimbombantes que distrajeran al oyente. Le bastó con uno o dos pasajes solistas para dar muestras de su capacidad interpretativa y sutileza tímbrica.

Con este espectáculo, Elena Roger confirmó su doble presencia en la cartelera de Buenos Aires. En estos días actúa en Ay, Carmela, la obra de José Sanchis Sinisterra que en 1990 llevó al cine Carlos Saura. La crítica ha señalado los méritos de su interpretación en esa pieza que se ofrece en el Teatro del Picadero. No cuesta imaginarla en escena, claro. Es esa misma fibra dramática y esa sensibilidad la que seguramente anoche le permitieron adueñarse del significado más hondo de cada canción, y convertir entonces su presencia en el Teatro Colón en un momento de rara belleza y excelencia artística.(LaNacion)