Con Anna Wintour como anfitriona, directora también del Instituto del Traje que funciona el marco del Museo Metropolitan, la convocatoria de este año ha sido una de las más exitosas de la historia. Ni la ceremonia de los Oscars o el festival de Cannes consiguen hoy una asistencia tan perfecta.

Sarah Jessica Parker supo captar todas las miradas gracias al tocado de fuego que llevaba en la cabeza, una pieza gigante roja, negra y blanca no apta para platea de cine o teatro diseñada por Philip Treacy. Para compensar, la actriz llevó un vestido negro diseñado por ella misma para H&M y también un relajante muscular por si el cuello comenzaba a acusar recibo del peso sobre la cabeza.

Otra que también dio que hablar fue Rihanna, que apareció con vestido abrigo amarillo de cola interminable diseñado por el creador asiático Guo Pei, levantando así la apuesta del desnudo de Swarosvski del año pasado. Inspiradas justamente en aquel vestido, Beyoncé, Jennifer Lopez -Versace- y Kim Kardashian -Cavalli- lucieron horrorosos diseños similares con transparencias, bordados y brillos que dejaban poco librado a la imaginación.

Algunos looks para destacar por el acierto de sutileza bajo la consigna de la cultura china: Jennifer Lawrence con Dior, Allison Williams por Giambatista Valli, Cara Delevingne con un Stella McCartney y tatuajes de fantasía, Keri Russell con un diseño de Altuzarra y Emily Blunt bajo la mirada de Prada.

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