Como si los años no le hubieran pasado, Gabriela Sabatini demostró una vez más su talento, pese a los 44 años que caen sobre sus hombros. En una exhibición que sirvió para conmemorar el 25° aniversario de la final del Masters, que Mónica Seles ganó en Nueva York, la argentina y la serbia-estadounidense chocaron en el Madison Square Garden con el triunfo de Gaby por 8-5, en un encuentro disputado con un formato inhabitual.





Veinte años después de su retiro, Sabatini volvió a pasear su tenis por el Madison Square Garden de Nueva York, escenario de grandes triunfos. Elegante como siempre, la argentina, de 44 años y que hacía seis que no jugaba, saltó a la pista con camiseta rosa, pollera y bandana negras y pelo recogido.

Se trató del regreso al lugar en el que se coronó campeona del Masters en dos ocasiones, 1988 y 1994. En Nueva York, la argentina ganó además su único Grand Slam (US Open, 1990), el techo de una carrera con 27 títulos individuales en la que llegó a trepar al puesto número 3 del ranking antes de retirarse en 1996. Gaby regaló aces, exquisitas derechas y algunos de esos reveses paralelos que hacían la delicia de los espectadores entre mediados de 1980 y 1990. En un revés cruzado que dejó parada a Seles y se llevó una ovación, la argentina no pudo ocultar su tímida sonrisa de satisfacción.

Seles, de 41 años, exnúmero uno del mundo y ganadora de 53 títulos (entre ellos nueve Grand Slams), también guarda muy buenos recuerdos de la Gran Manzana, ya que ahí conquistó tres Masters y dos US Open. En aquella final de 1990, Seles venció a Sabatini por un marcador de 6-4, 5-7, 3-6, 6-4 y 6-2 en el primer partido de tenis femenino a cinco sets en la era moderna.

Seles y Sabatini han mantenido una muy buen relación, y la serbia-estadounidense recordó en una autobiografía cómo la argentina fue la única de las jugadoras de lo alto del ranking que la apoyó tras ser apuñalada por un individuo en un partido del circuito femenino en Hamburgo.

Aunque lejos estuvieron de aquel partido memorable a cinco sets, Sabatini y Seles entretuvieron y pudieron dar muestras de que, aunque el tiempo pasó, la clase nunca se pierde.