La nueva fuga radioactiva se detectó ayer domingo y supone una nueva prueba de lo complejo que sigue siendo gestionar y desmantelar la central dañada. Según Tepco, los sensores que han captado esta nueva fuga están anclados a un desagüe que vierte a una bahía cercana agua utilizada para enfriar la planta de Fukushima. Estos sensores han detectado niveles de radioactividad entre 50 y 70 veces superiores a la media.
El nivel de radiactividad detectado en el agua, asegura la compañía, llegó a alcanzar los 7,230becquerelios por litro. El nivel establecido como seguro por los técnicos de Tepco no puede superar los 5 becquerelios. Responsables de la planta y oficiales japoneses han confirmado que han cerrado por completo ese desagüe para evitar seguir contaminando el Océano Pacífico, aunque se desconoce cuánta cantidad de agua se ha podido filtrar ya.
Se trata del último y serio obstáculo en el largo proceso de desmantelamiento de la planta, que dura casi cuatro años desde que se produjera el accidente en marzo de 2011. La Agencia Internacional de Energía Atómica dio recientemente el visto bueno a las labores de limpieza de Tepco, pero está claro que el peligro aún no ha pasado.
Fuente: AFP