El ala dura rechazó el contenido de un texto preliminar que se abre a los gays y a las parejas de hecho y se prepara para bloquear la eventual apertura.
La Relatio post disceptationem, el borrador del documento final del sínodo sobre familia difundido anteayer, que tuvo una enorme repercusión en todo el mundo por su apertura hacia los homosexuales y las parejas de hecho, provocó ayer una tormenta en la asamblea de obispos.
Obispos conservadores, que no ocultaron su malhumor ante este borrador que pareció certificar una virtual victoria de los reformistas, salieron al contraataque criticando duramente el texto. Por otro lado, la Secretaría del Sínodo, que evidentemente no previó que semejante documento -sin precedente por su lenguaje y contenido- caería como una bomba en ciertos sectores, para bajar los decibeles aclaró que no se trataba de un documento oficial, sino sólo de un documento de trabajo "que ahora se propondrá a la discusión de los miembros del sínodo reunidos en los círculos menores".
"La naturaleza del documento no expresa ni el pensamiento del Papa ni el magisterio de la Iglesia", agregó el padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede.
El Vaticano pareció así ponerle un virtual freno al espíritu de apertura del documento en cuestión, difundido anteayer. Nunca antes en un documento de la jerarquía eclesiástica se había visto escrito, negro sobre blanco, que "las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana" y que hay algo "positivo" en las parejas que conviven.
En línea con una virtual marcha atrás, en la conferencia de prensa del Vaticano dos cardenales coincidieron en asegurar que en los "círculos menores", es decir, los diez grupos lingüísticos que comenzaron a analizar la Relatio, se iba a enmendar, corregir, agregar, modificar y precisar lo allí escrito.
"Hubo alguna sorpresa dentro de mi grupo al leer las primeras reacciones que aparecieron en los medios. Algunos manifestaron cierta perplejidad, como si el Papa hubiera dicho, como si el sínodo hubiera decidido, pero no es así", dijo el cardenal Fernando Filoni, que destacó que este sínodo es de carácter consultivo y es sólo la primera etapa de un proceso que culminará tras un segundo sínodo, el año que viene.
"No es que ahora vayamos a cambiar todo", exclamó también Filoni, que, ante una pregunta de LA NACION sobre si pensaba que había sido un error publicar el borrador, respondió en forma diplomática. "No fue un error, aunque nos lo hemos preguntado... Éste es un sínodo en tres tiempos, se sabe que lo que es provisorio no puede ser definitivo", indicó.
El cardenal sudafricano Wilfrid Fox Napier fue más directo. Se manifestó sorprendido de que se hubiera publicado el documento y admitió que, por lo menos en su grupo lingüístico (inglés), había padres sinodales molestos. "Se expresaron cosas que no corresponden con el lugar donde la Iglesia está parada y no se puede decir que el sínodo tomó una dirección u otra", dijo Napier, que dio a entender que trabajará, como gran parte del ala conservadora, para tirar por la borda las aperturas allí existentes.
"Los padres sinodales no nos pusimos de acuerdo sobre el documento", también dijo Napier, como echándoles la culpa a los relatores, es decir, el cardenal húngaro Peter Erdo y el teólogo italiano Bruno Forte. Anteayer, entre ellos fue evidente un cortocircuito cuando, en otra conferencia de prensa, ante preguntas sobre la inesperada acogida de los homosexuales, Erdo le dijo a Forte: "¡Conteste usted! ¡Usted escribió esos párrafos!".
También fueron evidentes el malhumor y la probable futura marcha atrás en un informe del Vaticano que resumió algunas críticas que hubo en el debate libre posterior a la lectura de la Relatio post disceptationem. "En relación con los homosexuales se puso de relieve la necesidad de aceptación, pero con la prudencia adecuada, con el fin de no crear la impresión de una evaluación positiva de esa orientación por parte de la Iglesia. La misma atención se solicitó por cuanto respecta a las convivencias", indicó. "Asimismo, se hizo notar que la palabra «pecado» no está casi presente en la Relatio", agregó.
Liderado por el cardenal Gerhard Muller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el frente conservador salió al contraataque. Tajante, Muller dijo que "la Iglesia no puede reconocer a las parejas homosexuales". El cardenal norteamericano Raymond Leo Burke, en una entrevista a Il Foglio, denunció una "manipulación informativa" en el sínodo, porque "un número consistente de obispos no acepta las ideas de apertura, pero pocos lo saben".
Punta de lanza del ala más tradicionalista de la Iglesia, Burke hasta dijo que estaba esperando un pronunciamiento del Papa sobre la candente cuestión de la readmisión a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar. El presidente de la Conferencia Episcopal polaca, Stanislaw Gadecki, fue más allá y en Radio Vaticana dijo que el documento iba en contra del magisterio de Juan Pablo II.(LANACION)