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15/09/2014 20:00 hs

Un casamiento distinto: en masa y ante Francisco

Internacionales - 15/09/2014 20:00 hs
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El Papa casó a 20 parejas en una ceremonia en la Basílica de San Pedro; entre ellas había una madre soltera

Lágrimas de emoción, 20 novias vestidas de blanco, el retumbar de 40 "sí" pronunciados en diversos tonos de voz, algunos quebrados, luego de la pregunta de rigor, todos con un acento muy romano.

Así de distinta fue la ceremonia de casamiento grupal que el Papa por primera vez celebró ayer en la Basílica de San Pedro. Tal como se había adelantado, dieron el "sí" solemne ante el máximo jefe de la Iglesia Católica 20 parejas de entre 28 y 56 años seleccionadas por la diócesis de esta capital, en una virtual fotografía de esa nueva Iglesia inclusiva, abierta, del papa argentino. Francisco casó a parejas de novios de la periferia de Roma que ya convivían; a Gabriella, que tuvo una hija siendo madre soltera y contrajo enlace con Guido, a quien la Sacra Rota le anuló un matrimonio anterior; jóvenes que se conocieron en la parroquia, con trabajos precarios o desocupados.

Como ya había hecho el 4 de octubre pasado en Asís, en un encuentro con jóvenes, el Papa ofreció una homilía directa, simple y realista, en la que habló de las dificultades del matrimonio. "Es normal que los esposos discutan. Siempre pasó. Pero les doy un consejo: nunca terminen su jornada sin hacer las paces. Basta un pequeño gesto. Y de este modo se sigue caminando. El matrimonio es símbolo de la vida, de la vida real, no es una novela", advirtió.

Inspirándose en la primera lectura del Evangelio, Francisco comparó las dificultades implícitas en el matrimonio con las que el pueblo de Israel atravesó en su marcha por el desierto siguiendo a Moisés, cuando sintió la tentación de volver atrás y de abandonar el camino.

"Esto me lleva a pensar en las parejas de esposos que se sienten extenuadas del camino de la vida conyugal y familiar. El cansancio del camino se convierte en agotamiento interior; pierden el gusto del matrimonio, no encuentran ya en el sacramento la fuente de agua. La vida cotidiana se hace pesada y muchas veces da náusea", afirmó. E indicó que el remedio para los esposos que sienten la tentación del desánimo, de la infidelidad, de mirar atrás, del abandono, es la misericordia de Jesús.

"El amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos, porque eso es el matrimonio: un camino en común de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a su mujer a ser mejor mujer y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser mejor hombre", dijo. "«Te amo, y por eso te hago mejor mujer»; «Te amo, y por eso te hago mejor hombre». Es la reciprocidad de la diferencia. No es un camino llano, sin problemas. No, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida", agregó.

Al margen de hablar de las dificultades implícitas en el matrimonio -tema que, junto a otros, será analizado en el próximo sínodo extraordinario de octubre-, el ex arzobispo de Buenos Aires exaltó el valor de la unión de un hombre y una mujer.

"Las familias son el primer lugar en que nos formamos como personas y, al mismo tiempo, son los ladrillos para la construcción de la sociedad", dijo.

Durante el rito, Francisco interrogó, uno por uno, a los novios, a quienes llamó por su nombre para obtener de cada uno el consenso.

Todo empezó muy temprano. Los novios llegaron a la Basílica de San Pedro -llena de familiares e invitados de los protagonistas, pero también fieles de todo el mundo que no quisieron perderse la ceremonia-, a las 8.30. Primero ingresaron los esposos acompañados por sus madres y vestidos de frac, y luego las novias, vestidas de blanco, cada una con su modelo, algunas con velo, del brazo de sus padres.

Entre ellos estaba la hija de 19 años de Gabriella, quien fue noticia hace algunos días por ser la única de las novias que en su pasado fue madre soltera. Como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio más de una vez casó a mujeres que ya habían tenido hijos sin haberse casado.

Al final de una inolvidable misa de esponsales con cantos entonados por el coro de la Capilla Sixtina, los recién casados pudieron sacarse fotos en los sitios más sugestivos de los jardines del Vaticano.

Francisco no es el primer papa que celebra matrimonios en públicos. Juan Pablo II también lo hizo en dos ocasiones: la primera vez, en octubre de 1994, durante el primer Encuentro Mundial de las Familias, y la segunda durante el Jubileo de las familias, el 15 de octubre del año 2000.

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