Los líderes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acusaron ayer nuevamente a Rusia de no haber dado "ningún paso a favor de la paz". En la primera jornada de la cumbre de la Alianza, la actitud crítica de Occidente demostró la escasa credibilidad que atribuyen al anuncio de un inminente acuerdo de alto el fuego entre Kiev y Moscú.

"En vez de bajar la tensión, Rusia sólo aumentó la crisis", declaró el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, en conferencia de prensa al finalizar la primera jornada. Durante dos días, reunidos en la ciudad galesa de Newport, los jefes de Estado y de gobierno estudiarán en detalle las eventuales respuestas que dará la organización a los desafíos actuales: la crisis en Ucrania, la amenaza de los jihadistas de Estado Islámico (EI) en Irak y Siria, y el futuro incierto de Afganistán.

Invitado central de la reunión, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, informó a sus anfitriones que, en el marco de su acuerdo con el presidente ruso, Vladimir Putin, espera poder declarar hoy mismo un alto el fuego, "a partir de las 11 horas GMT, para después comenzar a implementar un plan de paz".

Ese plan de siete puntos, calificado de "simple maniobra dilatoria" por muchos, fue evocado por Poroshenko antes de la apertura formal de la reunión en un encuentro restringido con los dirigentes de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania e Italia.

El presidente ucraniano también mantuvo varios encuentros bilaterales, entre ellos con el presidente francés, François Hollande. Francia había anunciado anteayer la suspensión de la controvertida entrega de un navío de guerra Mistral a Rusia. Ayer, Hollande corrigió esa versión: "Los dos navíos serán entregados bajo ciertas condiciones: un cese del fuego efectivo y un acuerdo que ponga fin a las hostilidades entre Rusia y Ucrania".

               

Nada obliga a la OTAN a defender a Ucrania, que no es uno de sus miembros. Pero los occidentales prometieron apoyar a su ejército con programas de modernización en el terreno logístico o de la ciberdefensa. Y, a pesar de los repetidos pedidos de Kiev, por el momento no ha sido prevista ninguna entrega de armamento.

La cumbre debería en todo caso tomar la decisión de reforzar sus defensas en Europa del Este con un objetivo de disuasión. La organización estaría por aprobar la creación de una fuerza rápida, que incluya varios miles de hombres, capaz de llegar a focos de conflicto en menos de dos días, según afirmaron algunos responsables militares.

Moscú, por su parte, sigue combatiendo todo atisbo de acercamiento de Ucrania a la OTAN. En una intervención televisada, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, advirtió ayer que la ambición ucraniana de ingresar en la Alianza pesa como una amenaza sobre las conversaciones de paz en el este de Ucrania.

En realidad, el primer tema que los asistentes debían analizar ayer, según la agenda oficial, era cómo puede la OTAN seguir ayudando a Afganistán luego de que todas las tropas de la Alianza hayan dejado ese país.

Los organizadores de la cumbre esperaban que ésta serviría para marcar el comienzo de una nueva era en esa castigada nación, con el fin de la misión militar de la organización y la llegada del sucesor del presidente saliente, Hamid Karzai.

Pero el resultado de las elecciones de abril sigue siendo motivo de disputa entre candidatos rivales, mientras la inseguridad aumenta cada vez más en aquel país. Los dos atentados explosivos de ayer perpetrados por insurgentes talibanes, que dejaron un saldo de 18 muertos, fueron la mejor prueba.

"Hemos realizado nuestros objetivos", dijo Rasmussen.

"Impedimos que los terroristas internacionales tuvieran un santuario en Afganistán. Creamos una fuerza militar afgana capacitada de 350.000 hombres, y una policía. En otras palabras, nuestras naciones están más protegidas, y Afganistán es más fuerte", concluyó.

El otro tema central de la cumbre es la amenaza que representan los integristas de Estado Islámico (EI) en Irak y en Siria. En momentos en que Estados Unidos intenta lograr una coalición contra la organización jihadista, EI no sólo fue objeto de múltiples reuniones bilaterales, sino que constituyó anoche el plato principal de la cena de jefes de Estado y de gobierno.

Obama se apresta a enviar a Medio Oriente a su secretario de Defensa, Chuck Hagel; a su secretario de Estado, John Kerry, y a la coordinadora antiterrorista de la Casa Blanca, Lisa Monaco. Pero toda coalición antijihadista requerirá la participación consecuente de los europeos. Tanto Gran Bretaña como Francia estudian la posibilidad de asociarse a los ataques aéreos norteamericanos en Irak. "Si una campaña militar es necesaria, no es imposible", afirmó el presidente Hollande.(LANACION)