Laura Carlotto fue secuestrada en noviembre de 1977 junto a su novio, cuando estaba embarazada de dos meses y medio. Fue llevada primero a la escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y luego al centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata. Su pareja, Chiquito, Fue torturado y asesinado un mes después, frente a sus ojos.

Laura era una estudiante de Historia que militaba en la Juventud Universitaria Peronista y en Montoneros; sus amigos le decían “Rita”. El primer indicio de que la joven estaba con vida fue en abril de 1978 cuando una vecina de Estela se acercó hasta el comercio de su esposo y le dijo que había estado secuestrada con su hija y que tenía un embarazo en curso.

El 28 de junio siguiente, Laura fue conducida al Hospital Militar de Buenos Aires donde dio a luz a su hijo esposada en una camilla. Lo llamó Guido, como su padre, y se sabe que pudo permanecer con él unas cinco horas, antes de que le fuera arrebatado. Luego, la mandaron a una “cueva”, un espacio en el que sólo se podía estar en cuatro patas, con las manos engrilladas y con los pies atados a una pared.

Según la versión oficial de la Policía Bonaerense, Laura murió el 25 de agosto de 1978, a la 1.20 de la madrigada, en un enfrentamiento “con fuerzas conjuntas, dependientes de Área militar 114, en la intersección de la Ruta Nacional Nº 3 y Cristianía, Isidro Casanova”. Tenía la mitad del rostro destrozado por itakazos y el vientre perforado por un disparo.

El cuerpo fue entregado por la Policía a una funeraria, donde Estela Carlotto lo pudo recuperar luego de largos trámites. Sin embargo, la historia del hijo que nació en cautiverio fue un misterio hasta ayer.

        

El 26 de junio de 2011, Estela Carlotto le escribió una carta a su nieto Guido, por entonces desaparecido. Decía lo siguiente:
 
"Hoy cumples 33 años. La edad de Cristo como decían, "decimos", las viejas. Con esta inspiración pienso en los Herodes que "te mataron" en el momento de nacer al borrar tu nombre, tu historia, tus padres. Laura (María), tu madre, estará llorando en este día tu crucifixión y desde una estrella esperará tu resurrección a la verdadera vida, con tu real identidad, recuperando tu libertad, rompiendo las rejas que te oprimen. Querido nieto, qué no daría para que te materialices en las mismas calles en las que te busco desde siempre. Qué no daría por darte este amor que me ahoga por tantos años de guardártelo. Espero ese día con la certeza de mis convicciones sabiendo que además de mi felicidad por el encuentro tus padres, Laura y Chiquito y tu abuelo Guido desde el cielo, nos apretarán en el abrazo que no nos separará jamás. Tu abuela, Estela."

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