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07/06/2014 12:40 hs

¿Es posible ser inmunes a la fiebre mundialista?

Argentina - 07/06/2014 12:40 hs
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A contramano de la mayoría de los argentinos, hay quienes admiten que la Copa del Mundo no les interesa.

La escena que más atormenta por estos días a Juan Pontoriero, un estudiante de ingeniería industrial, es compartir el ascensor con un desconocido y que surja "el" tema del que se hablará casi con exclusividad hasta mediados de julio: el Mundial. "Tengo que fingir que vi el partido cuando no sé quién jugó y menos el resultado-dice-. Como me parece violento decir que no me gusta el fútbol, estoy obligado a fingir, ruego que la charla termine rápido."
 
A Damián Rautenberg le pasa más o menos lo mismo: durante el Mundial anda esquivando fanáticos por ascensores, pasillos y demás espacios reducidos donde el más mínimo contacto visual puede dar lugar al comentario. "Cuando empiezan a hablar de fútbol, me retiro con elegancia", cuenta este publicitario de 24 años. Sin embargo, cinco días antes del comienzo de la fiesta mundialista, hay quienes logran mantenerse inmunes a la fiebre futbolística que empezará a propagarse como un virus una vez que ruede la Brazuca.
 
En un país como la Argentina, donde gran parte de la identidad nacional se define a partir del fútbol, mostrar desinterés puede parecer raro. Es cierto que, a diferencia de otros mundiales, el entusiasmo, todavía, no es palpable en las calles porteñas. Los partidos amistosos de la selección -hoy jugará el último en el Estadio Único de La Plata antes de partir con destino a Brasil- han despertado un tibio fervor y la avalancha de publicidades que interpelan al sentimiento del hincha han sido más resistidas que aplaudidas. Salvo por el Álbum del Mundial, donde chicos y grandes pugnan por conseguir esa figurita difícil para llenar sus páginas, todavía hay poco clima mundialista.
 
Sin embargo, se descuenta que la "mundialitis" comenzará cuando Messi y compañía empiecen a hacer de las suyas en el campo de juego. Y ahí es donde los que no están interesados en el fútbol empezarán a jugar su propio partido y a planear estrategias defensivas para evitar ser alcanzados por la fiebre mundialista, como Damián, quien planea reunirse con amigos que, como él, no tienen idea de hacia dónde hay que patear la pelota.
 
"Es probable que me junte con mis amigos no futboleros con el objetivo de ver el partido y reírnos de nuestra ignorancia. Seguramente terminemos viendo el capítulo de alguna serie -cuenta Damián-. Siempre hago otras cosas mientras sucede el acontecimiento. Tenerme noventa minutos pegado a la pantalla viendo fútbol es una misión imposible."
 
Juan, que subió a YouTube un video donde se ríe de su desconocimiento en materia futbolística, aprovechará esos días para disfrutar de las callecitas y bares porteños donde no pasen los partidos, en soledad. "Soy honesto con lo que me pasa, sé que es una limitación para la vida social -reconoce-. Pero nunca compartí ese fanatismo. No me molesta en absoluto, no lo juzgo, al contrario, valoro que a la gente le guste mucho algo", asegura.
 
Su total desinterés por el Mundial será aprovechado por sus compañeros de trabajo de la empresa de ingeniería donde trabaja: Juan se ofreció a "hacer guardia" en el stand de una feria del ramo que cae el miércoles 25 de junio, justo cuando la Argentina se juega el pase a los octavos de final. "No seré el que más sabe de fútbol, pero puedo aspirar a que me nombren empleado del mes", bromea.
 
Damián, que ignora una información clave para cualquier argentino como cuándo y con quién debutará el seleccionado de Alejandro Sabella, también valora la pasión por este deporte, aunque no lo sienta. "Entiendo que es una parte fundamental de nuestra cultura. Que el mundo se detenga por algo que entusiasma y no por hechos trágicos, como el 11 de Septiembre, me parece positivo. Lo que me molesta es el enorme contraste entre la euforia inicial y el desasosiego que empieza cuando la Argentina queda eliminada. Pero en ese intermedio, la ventaja que saco es la de disfrutar que pase algo atípico, que altere la cotidianeidad."
 
Precisamente esta idea de que el mundo se detiene y no hay otra cosa que ver, leer y respirar fútbol, es algo con lo que el productor de shows de rock, Pablo Hierro, lucha cada vez que se aproxima un nuevo Mundial. Al frente de la productora Rock City y del sello Scatter Records, aprovecha el espíritu festivo para ofrecer shows y difusión de los grupos. Lejos de parar lanzamientos de discos y bajar bandas de los escenarios, Hierro preparó una agenda cargada de rock... y algo de fútbol.
 
"Este Mundial es ideal para hacer cosas porque los partidos no coinciden con el horario de los shows. Recuerdo el de Japón, donde había partidos a la medianoche o de madrugada, y la gente se juntaba en las casas y no salía. Pero acá, cuando el partido termine, la gente va a tener ganas de salir, de ver otras cosas. Dejar de hacer todo por el Mundial no tiene sentido. No me parece bien dejar de hacer cosas."
 
Incluso, durante uno de los recitales de Bestia Bebe, una de sus bandas que dará un show el sábado próximo, justo antes del debut de la selección, se repartirá el fixture entre los asistentes. "La gente va a estar con otro ánimo. Y un animo festivo siempre es contagioso", asegura Hierro.
 
LAS MUJERES, PROTAGONISTAS
 
A pesar de que se muestran cada vez más interesadas en el fútbol -la mitad asegura que ve los partidos con sus maridos e hijos, aunque el 58% se declara poco amiga del deporte-, las mujeres suelen asumir el protagonismo antimundialista. Algunas toman una postura pasiva y comprensiva, y otras eligen contestar el ataque del rival de turno por ataque de ira propia al ver a su marido enajenado frente al televisor. Para la psicóloga Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), el problema surge cuando no se negocia bien: "Cuando hay conflictos previos, cuando el hombre entra en un proceso de aislamiento y la mujer queda excluida, puede generarse un clima hostil en la casa. Es una etapa donde se ven los egoísmos de uno y otro", asegura.
 
Pero para aquellas que son más independientes, el Mundial es casi una liberación: "Puede ser el momento ideal para ponerse al día con amigas, con las carteleras de cine y teatro y con las muestras de arte. Es mentira que el mundo se detiene por un mes", dice la especialista, que no muestra el más mínimo interés por el Mundial, pero tampoco una férrea oposición. "Después de todo -dice Guraieb-, es una vez cada cuatro años.".



Fuente: lanacion.com

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