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06/05/2014 23:00 hs

Valor de madre: se colgó del auto para evitar que se llevaran a su bebe

Argentina - 06/05/2014 23:00 hs
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Flavia Harispuru fue asaltada el viernes a la tarde, cuando llevaba a su hijo mayor a karate; fue arrastrada cinco metros

En un acto desesperado, Flavia Harispuru se colgó de la silla de su bebe y fue arrastrada por la calle con su auto en movimiento; no le importaba que esos dos hombres armados le robaran su Peugeot 206: lo único que quería es que no se llevaran a su hijo.

Tampoco le importó el frío metálico que había sentido en la nunca cuando los dos delincuentes la sorprendieron y le apoyaron el caño de una pistola, minutos antes, a metros de su casa, en 527 entre 118 y 119, en Tolosa, al norte de La Plata. No le importó dejar la cartera con el celular y los 2000 pesos que tenía para el supermercado ni la trompada que le asestaron en el ojo para subirse a su auto. Sólo pensaba en sus hijos: en el mayor, de 8 años, al que le apuntaban con una pistola, como a ella en la nuca, y en el bebe, de sólo uno, que iba atado a su silla en el asiento trasero.

Flavia entregó todo. Menos a sus hijos. Se desató el cinturón de seguridad y, mientras entregaba el bolso, dijo, con toda la firmeza que pudo: "Soltame al nene y dejame bajar al bebe". Los ladrones, que les apuntaban, esperaron a que ella y su hijo mayor bajaran. Y arrancaron.

La mujer quedó en la calle con Yamil. El bebe siguió atado a su silla, dentro del Peugeot en movimiento y con dos delincuentes armados. "Abrí la puerta trasera y me colgué a la silla del bebe. Les gritaba: «Déjenme sacar al nene», pero no paraban", relató ayer la mujer a LA NACION, al recordar el dramático robo que sufrió el viernes pasado.

Todavía había luz de día, eran las seis de la tarde. Flavia había salido de su casa, frente a las vías del ferrocarril Roca, para llevar a Yamil a karate. Miró rápido por el barrio de casas bajas, todas con rejas y perros, situado cerca de la bajada de la autopista Buenos Aires-La Plata. Es que un mes antes un ladrón que iba en moto ya había intentado robarle a punta de pistola. Incluso, unos meses atrás, su hermana embarazada había recibido un tiro en la panza, a pocas cuadras de allí, donde ahora Flavia se subía al Peugeot azul.

Primero ató al bebe en su silla. Luego esperó a que subiera Yamil, el mayor. Cuando se disponía a arrancar, sintió que golpeaban el vidrio de su ventana. No tuvo tiempo para nada: tenía una pistola en la nuca. Otro de los delincuentes entró en el auto y se arrodilló entre la mujer y su hijo mayor. "Le apuntaron a Yamil en el cuello. Me pegaron una piña en el ojo y me dijeron: «Bajate»."

En ese instante -una eternidad, le parece ahora- sólo miraba a Yamil a los ojos, para transmitirle tranquilidad. Se desabrochó con dificultad, por los nervios y el temor. Y pedía: "Dejame bajar al bebe". Pero no...

"Me llevaron poco más de cinco metros. Me fui arrastrando colgada del auto, pero no me solté, le pedía por favor que me dejaran sacar al nene..." Sus palabras se aceleran cuando, en este punto del relato, revive la angustia de siquiera imaginar que podía ver alejarse a su niño, que aún usa pañales.

El que conducía, en un intento frenético de fuga, le gritaba a la mujer que colgaba de la sillita, con la puerta abierta del asiento trasero: "Sacalo al pibe, que te lo llevo".

Flavia aguantaba la embestida y se sostenía en el aire. No podía desabrochar el cierre de seguridad de la silla del bebe. "Hicieron un desastre con el coche. Chocaron contra un poste de basura. El auto se frenó. Yo iba colgada de la sillita. Al detenerse pude soltar la traba del cinturón de seguridad... Me dejaron bajar al nene y se fueron con el auto."

Anoche, fuentes del Ministerio de Seguridad informaron a LA NACION que todavía no hay detenidos por este terrible episodio. Sólo apareció el Peugeot 206 azul, incendiado.

Hizo una pausa y continuó: "Cuando se estaban yendo me metí en la casa de al lado y empecé a golpear, golpear, golpear... Uno sacó la cabeza y me apuntó, y yo me tiré debajo de la parecita con los chicos".

"Mi hijo mayor, más tarde, me dijo: «Mamá, ¿no escuchaste vos que te gritaban «Sacalo porque me lo llevo»?». Yo no me di cuenta de nada. Ni siquiera de que me habían arrastrado con el auto esos cinco metros." La mujer interrumpe su conversación con LA NACION para buscar un pañal y unas toallas húmedas para cambiar al bebe. Su relato se serena al verlo allí, con sus primeros dientes, intentando dar sus primeros pasos. Al momento del reportaje, Yamil no estaba en la casa. "Tuvo pesadillas ayer y anteayer. Soñó que nos volvían a robar. Por eso lo mandé a lo de la abuela."

La mujer no denunció el episodio a la policía. Lo hizo una vecina, testigo del asalto, que llamó al 911 mientras Flavia era arrastrada por la calle, aferrada a la silla, a su hijo menor. Un patrullero llegó al lugar, más tarde, cuando todo había terminado. "Fue una pesadilla. No tienen respeto ni por las criaturas", dijo. "Tolosa está terrible por la inseguridad. Ayer le pegaron un tiro a un señor, acá a tres cuadras. Es un drama acostumbrarse a vivir así", concluyó.

Fuente: lanación.com

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