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12/03/2014 19:30 hs

Francisco quiere pastores en la Iglesia argentina

Argentina - 12/03/2014 19:30 hs
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Nombró, en promedio, un nuevo obispo por mes con ese perfil

Doce meses de pontificado en Roma: doce nuevos obispos en la Argentina, un nuevo cardenal y un flamante arzobispo al frente de una universidad.

El primer año desde la elección del papa Franciscodeja en su país un episcopado más numeroso, más joven y decididamente orientado a "oler a oveja" , como ha expresado.

Los sacerdotes elegidos por el Papa para conducir a los católicos de diócesis en las que sus obispos se retiraron o fueron trasladados a otros destinos por el mismo Francisco responden en su mayoría al perfil de "pastor" que él está pidiendo para toda la Iglesia.

Si bien Francisco dijo recientemente que "no existe un pastor estándar para todas las Iglesias", a los obispos y cardenales les pide que sean humildes y estén siempre cerca o en medio de la gente, que se muestren disponibles a escuchar a sus fieles y, si tienen formación académica o teológica, que la pongan en juego en ámbitos de mucha participación.

El nuevo grupo que el Papa incorporó al episcopado argentino -a razón de uno por mes- tiene un promedio de edad de 52 años. Entre ellos hay uno de sólo 43 años; cuatro son religiosos (jesuita, claretiano, capuchino y agustiniano), uno es coreano y otro es español.

"Evidentemente, el Papa percibe la necesidad de dar al cuerpo jerárquico de la Iglesia un perfil diferente, o al menos reforzar la orientación que expresó con claridad en Brasil durante la Jornada Mundial de la Juventud al hablarles a los obispos de América latina", dijo el periodista Alver Metalli, especializado en temas de Iglesia y corresponsal de Vatican Insider en América latina.

"En la Argentina esta urgencia es más acentuada que en otros países, ya que en los últimos años muchos nombramientos de obispos no llevaron su huella, e incluso a veces eran personas que manifestaban cierta distancia de Bergoglio", añadió.

A sólo 25 días del inicio de su pontificado, el día de la Virgen de Fátima tan vinculada con las vicisitudes de la Iglesia, el Papa nombró arzobispo al padre Víctor Manuel Fernández, al que, cuando era arzobispo porteño, había designado rector de la Universidad Católica Argentina.

"Esa designación fue vista casi como un desquite", dijo un hombre que conoce las inevitables internas que también en la Iglesia en la Argentina se vivieron en los últimos tiempos. Y agregó: "Bergoglio había incluido en varias oportunidades el nombre de Fernández en las listas que Roma solicita con candidatos a obispo y nunca lo eligieron. Ahora él lo hizo directamente arzobispo".

Fernández, un cordobés con una gran capacidad como teólogo y como escritor -sus libros de espiritualidad son best seller en las librerías católicas argentinas-, fue la mano derecha de Bergoglio durante los trabajos de la asamblea de obispos latinoamericanos realizada en Aparecida, Brasil, en 2007.

A los pocos días de la elección de Fernández, el Papa nombró a Mario Aurelio Poli como su sucesor en el Arzobispado de Buenos Aires.

Poli, un obispo que además de la amistad con Bergoglio compartía algunas aristas de su temperamento -el humor rápido, el perfil bajo y el estilo de vida austero e independiente-, fue también elegido por Francisco para ser cardenal. Es decir que además de ponerlo a conducir la jurisdicción de la Iglesia más importante del país le pidió que lo ayudara en el gobierno de toda la Iglesia. Ésa es, tal vez, una de las mayores responsabilidades de los cardenales hacia el Papa.

"Bergoglio quería que sus obispos auxiliares salieran al país después de un tiempo, no es que nos retenía a su lado", sostuvo Poli el año pasado.

Ahora, como papa, parece estar continuando esa idea. En estos meses dispuso el traslado, y ascenso, de tres de quienes eran sus auxiliares. Envió a Santiago del Estero a Vicente Bokalic; a Santa Rosa (La Pampa), a Raúl Martín, y a Rafaela (Santa Fe), a Luis Fernández.

A su vez, designó auxiliar de Buenos Aires a uno de los sacerdotes con los que Poli más trabajó durante sus dos décadas en el seminario metropolitano, el padre Alejandro Daniel Giorgi.

De 55 años, Giorgi desempeñó varios cargos en la conducción del seminario desde 1992 y fue vicerrector y luego rector.

Para asistir a Poli, el Papa también eligió a un jesuita como él. El padre Ernesto Giobando, de 54 años, es muy conocido en el interior de la Arquidiócesis porteña por su participación en ámbitos populares como el Secretariado Nacional del Apostolado de la Oración en la Argentina y el Movimiento Eucarístico Juvenil.

Giobando será el tercer jesuita del Episcopado argentino actual. Lo son también los obispos Jorge Lugones, de Lomas de Zamora, y Hugo Salaberry, de Azul.

Pero el nombramiento que sin dudas fue el que más sorprendió a propios y extraños fue el del coreano Han Lim Moon. De 58 años, Moon había comenzado la preparación al sacerdocio en su país, Corea del Sur, cuando emigró con sus padres a la Argentina. Aquí se ordenó y conoció a Bergoglio cuando éste era obispo auxiliar en Flores.

El Papa destinó a Moon como auxiliar del obispo de San Martín, Guillermo Rodríguez Melgarejo, por lo que se deduce que éste lo habría pedido. La Diócesis de San Martín es la que más asentamientos y villas incluye en su territorio.

Otro sacerdote de origen extranjero que Francisco hizo obispo es José Demetrio Jiménez, nacido en España y naturalizado argentino. Religioso en la orden de San Agustín, Jiménez sucederá a un compañero suyo en esa orden en Cafayate (Salta).

Un caso inusual fue el de Carlos Novoa de Agustini, un sacerdote capuchino de 47 años a quien Francisco designó obispo auxiliar de la Diócesis de Lomas de Zamora, pero no asumió.

A diez días de haberse difundido la noticia en Roma y en Buenos Aires, el Obispado de Lomas de Zamora informó que "después de un maduro discernimiento (el padre Novoa) ha solicitado al santo padre Francisco la dispensa de su nombramiento, quien se la ha concedido". En 1996, Novoa Agustini fue ordenado sacerdote por Bergoglio, entonces obispo auxiliar porteño.

No trascendieron las razones que llevaron al padre Novoa Agustini a rechazar el nombramiento. Es de suponer que, como se procede habitualmente, el cura recibió en privado la comunicación de su elección un mes antes de su difusión pública.

El más joven de los nuevos obispos es Gustavo Montini, de 43 años, un santafecino que se venía desempeñando como administrador de la Diócesis de Rafaela y ahora será obispo auxiliar de Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco).

También Benedicto XVI tuvo presentes a los argentinos en sus postreros actos de gobierno. Su último día en ejercicio del papado nombró a un argentino, el padre Samuel Jofré Giraudo, obispo de Villa María (Córdoba), y aceptó la renuncia por edad de su antecesor, monseñor José Ángel Rovai.

Para Pedro Siwak, periodista también especializado en temas religiosos, "llama la atención la cantidad de obispos argentinos que nombró Francisco y que éstos son de una misma línea más progresista, por decir así; la misma que predomina en el Episcopado argentino actual". (Fuente:lanación.com)

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