Flavia Domínguez, es maestra rural y directora de la Escuela José Daniel Brochero del paraje La Lagunita, desde hace 10 años.

En diálogo con Micrófono Abierto esta docente relató que trabaja y vive en esta institución rural de lunes a viernes, esto se debe a las dificultades que le implican atravesar el camino de 35 kilómetros desde Río de los Sauces hasta La Lagunita.

En su vehículo, un Dacia, se traslada hasta la escuela rural, “voy en mi auto desde Río de los Sauces, son 23 km de camino llano que se está haciendo y 12 km de tierra, nosotros estamos al pie de las sierras Comechingones”.



En la escuela brinda educación a sólo dos niñas. “años pasados hubo más niños, esta escuela la hicieron los padres, en 1969 se inauguró y con la desvalorización de los productos del campo y el despoblamiento ha generado que sólo hayan quedado dos niñas”.

La maestra rural relató que los campos chicos no se alquilan y se han dejado de contratar a familias con niños, lo que generaría otra matrícula para la escuela.

Flavia considera que deberían cambiar las leyes para que tanto las personas que son dueñas de los campos, como quienes allí viven se encuentren amparados, lo que podría generar que hubiera más trabajadores en los campos de las sierras y dejaran de estar desocupados muchos puestos.

“No contratan a familias que vivan en el lugar, contratan a personas solas, que van y vienen de un lugar cerca, por eso habría que cambiar las leyes para que protejan a los empleados y los dueños”.

La docente reflexionó con Gabriel Martella que es necesario que “las cosas del campo vuelvan a tener su valor, porque antes la gente del campo, en su terreno tenían sus ovejas, gallinas, huevos, la lechera, tenían quintas, valía la lana, la cerda, hoy la gente esquila y no les conviene ir a venderlas porque les sale más caro la nafta”.

Flavia Domínguez cuenta con su Dacia, que lo tiene desde hace 16 años viaja a las escuelas rurales desde hace 15 años y muchas veces cuando llueve se le complica llegar a las instituciones a causa del mal estado de los caminos.

“En mi voz está la voz de mis compañeras rurales, para llegar al colegio o para volver pasamos muchas cosas, pero lo hacemos con toda la alegría, porque en la escuela tenemos el respeto los alumnos y ese valor no tiene precio, es el motor que nos lleva a viajar todos los lunes para ir a dar clases”.