Mauricio Macri se llevó el lunes de su viaje a Córdoba una promesa de Juan Schiaretti que es, quizás, uno de los pasos más firmes que dio hasta ahora en la negociación del ajuste entre Nación y provincias que se comprometió con el FMI y que el Gobierno sueña que quede plasmado en el Presupuesto 2019.

La agenda fue casi furiosa: hubo visita a una planta de Nissan, una reunión con la Mesa de Maquinaria Agrícola y hasta pasó para celebrar el 41° aniversario de la Fundación Mediterránea. Con Schiaretti no estuvo demasiado tiempo a solas. Quizás el momento más cercano fue cuando el Presidente manejó y lo llevó a probar la Nissan Frontier, la primera pick-up que esa empresa fabrica en Argentina. Más importante fue lo que Schiretti dijo en público.

"Nosotros queremos que el país no entre en crisis, nosotros vamos a estar allí presentes, para evitar que Argentina entre en crisis. Vamos a aportar para que el país pueda superar la crisis y que alcance el equilibrio fiscal", dijo ante un Macri sonriente.

Pero hubo una condición clara: "Si el esfuerzo es equitativo, nosotros estaremos allí apoyando para que Argentina supere la crisis haciendo votos para que no se cometan los mismos errores".

El cordobés, aunque algunos otros en el PJ no le quieran reconocer el protagonismo, dijo lo que podría resumir la situación del peronismo con poder territorial frente al escenario de la crisis, el ajuste y la presidencial de 2019, tres temas que pueden seguir la misma curva.

Los últimos sondeos no dan a ningún peronista aprovechando las desdichas de Macri, salvo Cristina de Kirchner. No es extraño. La expresidente, siempre se supo, podía tener vida futura apoyándose en dos bases; los ultras que no aceptarán ni la acusación de corrupción más evidente y los desesperanzados por la crisis y el ajuste de Cambiemos que creen recordar en el último mandato kirchnerista algún signo de bonanza. En materia de comparaciones políticas, y más en tiempo de conflictos, siempre habrá un resto de mirada cálida para el Gobierno anterior. Lo debió haber entendido el macrismo cuando no quiso hacer una auditoría pública de la situación heredada.

Frente a ese escenario, el peronismo analiza seriamente no jugar a la desgracia de Macri que, en cierta forma, puede ser la suya propia. Miguel Pichetto, inclusive, ya confirmó lo que hace dos meses parecía sólo un rumor: si hay lugar, hasta está dispuesto a jugar la presidencial. Si el peronismo no encuentra candidato, queda claro, no será Cristina de Kirchner quién los reagrupe; todos los "racionales" le siguen teniendo más temor a volver a los días en que los disciplinaba sentándolos en el corralito de gobernadores del Salón Blanco y obligándolos a escuchar sus largas parrafadas, que a cualquier otro armado político. No es una sorpresa: Carlos Menem y la propia Cristina les enseñaron a razonar así.

Macri estaba cansado el lunes en Córdoba. Quienes se acercaron a él reconocieron un dejo de jet lag en el Presidente. No era para menos: había llegado a Córdoba la noche anterior en un jet ejecutivo desde Johannesburgo y había dormido en un hotel cerca del aeropuerto cordobés. Fue el trajín final del viaje a Sudáfrica, que incluyó un día y medio con visita a reservas animales. 

El fuerte de la reunión con empresarios fue en el Hotel Sheraton donde la Fundación Mediterránea, presidida por Pía Astori, festejó su 41° aniversario.

Hubo un ejercicio de preguntas y respuestas al Presidente que era supervisado desde la primera fila por los ministros cordobeses Gustavo Santos y Oscar Aguad. Schiaretti, Ramón Mestre, Mario Negri, y empresarios como Eduardo Eurnekian. Hubo un gesto del Presidente, un guiño al modernismo, que sorprendió en ese lugar: al terminar de responder Macri se acercó al Miguel Claría, el periodista que lo entrevistó, y se sacó una selfie con la platea de fondo.

Poco antes, frente a todos, Macri reconoció que Argentina estaba en "recesión, pero que no es de las dimensiones de las anteriores". Y también prometió: "En la medida en que rápidamente emitamos un mensaje de que estamos en este rumbo y no lo vamos a cambiar, más se va a acelerar".

Hubo, finalmente, un comentario que reveló un ítem importante dentro de las preocupaciones presidenciales. "Hay mucha incertidumbre sobre quién va a gobernar en Brasil a partir de octubre, pero esperemos que sea para bien. Es nuestro socio estratégico más grande", dijo Macri. Sabe el Presidente que no tiene demasiado margen ya para seguir soportando nuevas malas noticias políticas desde el exterior.

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