El "carnicero de los Balcanes", el general serbobosnio Ratko Mladic, de 74 años, el hombre que se vio a sí mismo como un héroe militar y que acabó sentado ante la Justicia internacional, fue condenado esta mañana a cadena perpetua acusado del genocidio de Srebrenica y de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, asesinatos, exterminio, deportaciones forzosas y un largo listado de tropelías.

El Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia consideró que Mladic fue la pieza clave de la matanza de julio de 1995 en la localidad de Srebrenica, la peor en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y en la que murieron más de 8.000 varones (algunos apenas tenían 12 años) a manos de las fuerzas serbobosnias lideradas por Mladic. La sentencia destaca la “contribución significativa” de Mladic en los crímenes cometidos entre 1992 y 1995 en Srebrenica, el asedio de Sarajevo y otras ciudades bosnias.

El de Mladic, que duró seis años, es el último juicio de este tribunal especial creado hace 24 años por Naciones Unidas para juzgar los crímenes de las guerras balcánicas y que será disuelto este próximo 31 de diciembre.



Mladic, hijo huérfano de un miliciano serbio asesinado por los ustachas croatas aliados de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, fue el brazo militar de Radovan Karadzic, quien ya fue condenado el año pasado a 40 años de cárcel por genocidio y crímenes de guerra. Mladic, había sido arrestado en mayo de 2011 tras pasar 16 años huyendo de la Justicia internacional.

El "carnicero de los Balcanes" fue protegido por el Ejército serbio y se le vio varias veces en público hasta que su patrón Slobodan Milosevic fue desalojado del poder en el año 2000 y Serbia decidió que estaría mejor acercándose a Europa. En ese camino Mladic era una molestia. A partir de ahí se escondió hasta que fue localizado y entregado a la justicia internacional.

Los serbobosnios a sus órdenes lanzaron una limpieza étnica masiva que intentó eliminar a la población bosniocroata y bosnia musulmana. También se le condenó por promover y ordenar la expulsión de miles de mujeres bosnias y por otras matanzas como la de Biljani (144 muertos), Foca (más de 200 muertos) y Susica (140 muertos).

Durante la lectura de la sentencia, el juez dijo que Karadzic ordenó que las fuerzas serbobosnias hicieran “imposible la vida de los civiles” y que Mladic “convirtió esas órdenes en realidad”. El fiscal Alain Tieger dijo a Mladic durante el proceso que “su preocupación no era que los musulmanes de Bosnia pudieran crear un Estado, su preocupación era hacerlos desaparecer por completo”.

Mladic, hombre brutal o amable según a quien se dirigiera, fue también el máximo responsable de la detención de decenas de miles de bosniocroatas y bosnios musulmanes en campos de concentración que, cuando fueron desvelados al mundo, recordaron a los campos de concentración nazis. La Fiscalía consideraba que esos campos tenían por objetivo “la destrucción física” de esas decenas de miles de hombres.

El "carnicero de los Balcanes" también fue enjuiciado por el asedio a la ciudad de Sarajevo, un sitio militar que duró de mayo de 1992 a noviembre de 1995, que incluyó el bombardeo continuo de la ciudad y en el que murieron miles de personas por el fuego de la artillería serbobosnia de Mladic y la acción de los francotiradores. Entre los más de 10.000 muertos en Sarajevo hubo más de 1.500 niños.

Mladic sigue siendo un héroe para buena parte de los serbobosnios, que ven en el proceso judicial un juicio político. Este periodista vio en septiembre de 2015 en la estación central de trenes de Belgrado remeras a la venta con la cara de Mladic estampadas en el pecho.



Milorad Dodik, presidente de la República Serbobosnia (la entidad de mayoría serbia integrada en Bosnia), dijo esta mañana que Mladic debía haber sido declarado inocente porque “actuó como un patriota” y que condenarle sólo servía para hacer que “el mito siga creciendo”.

Mladic se ausentó esta mañana de la sala donde se leía su sentencia alegando, según sus abogados, que tenía la presión sanguínea demasiado elevada. Al volver a la sala empezó a gritar y el juez ordenó su desalojo.
Los años que le quedan de vida los pasará en una celda holandesa. En su encierro lo acompañará el recuerdo de su su hija Ana, la joven que se suicidó a los 23 años, en 1994, tras conocer los crímenes de los que era responsable su padre.

Clarín