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06/11/2016 19:18 hs

La jungla está en orden

Argentina - 06/11/2016 19:18 hs
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Guns N’ Roses hizo vibrar Buenos Aires con dos shows en el estadio Monumental y dejó claro que a pesar del paso de los años, su Hard Rock sigue más vivo que nunca.

El aterrizaje de Guns N’ Roses en Argentina iba a dar que hablar. Por su historia, actualidad, contexto, shows y postales de su alrededor. No había forma de que pasaran desapercibidos.

Es que la otrora “banda más peligrosa del mundo” regresaba al país con gran parte de su formación original desde aquel 1993, año en que cerraron su gira Skin N' Bones Tour en el mismo estadio que los vería regresar el 4 y 5 de noviembre de 2016.

Atrás quedaron las peleas de Axl Rose y Slash, las idas y venidas de sus miembros originales (y no tan originales), el “son forajidos” del ex presidente Carlos Menem cuando tocaron en suelo argentino en 1992 y la histórica frase de Rose que le dio forma a este megaencuentro: “No In This Lifetime” (No en esta vida).



Tras calentar motores en el Gigante de Arroyito (Rosario) el martes 1 de noviembre, la banda de Los Ángeles reventó Buenos Aires con dos shows en el estadio Monumental. Ambos días tuvieron casi dos horas y media de recital donde el trío Axl Rose-Slash-Duff Mckagan protagonizaron la velada y comandaron el sonido de una banda que nada debe envidiarle a la de sus comienzos.

Para darle un broche aun más nostálgico, el primer baterista que tuvo el grupo, Steven Adler, hizo su aparición en el escenario y tocó por primera vez en Argentina con GN’R (había sido expulsado cuando vinieron al país en los 90’). El viernes interpretó “Out Ta Get Me” y el sábado hizo lo propio con “My Michelle”, para el delirio del público que enloquecía y se sentía en el cielo. Eran cuatro de los cinco jóvenes rockeros que se habían juntado allá por 1985 con ansias de hacer historia. 
 
 
Desde adentro
 
Tuve la posibilidad de estar presente en el show del viernes y ver los rostros de las personas. Había adolescentes, jóvenes y hasta adultos que pasaron las cuatro décadas pero todavía anhelaban con volver a verlos.

Ese ansiado sueño los amontonaba a todos. No importó el inmenso calor de Buenos Aires, las largas horas de cola y la noche sin dormir. Era la amalgama perfecta de lo que significa el amor por una banda de rock.

Cerca de las 22 la intro de Looney Tunes dio el aviso. Se apagaron las luces y fueron apenas milésimas de oscuridad en el Monumental, porque al cabo de un instante miles de pequeños destellos se vislumbraban desde todos los rincones. Algunos querían registrarlo sí o sí con sus teléfonos, otros preferían sólo dejarse llevar por el momento.

El bajo de Duff McKagan comenzó a sonar y los reflectores se encendieron como un resplandor que se percibe desde el ocaso. La batería de Frank Ferrer explotó y las guitarras de Slash y Richard Fortus completaron el sonido de una verdadera aplanadora de Rock N’ Roll. Después apareció la voz de Axl Rose y lo demás fue magia pura.

23 años después de aquellos legendarios shows en 1992 y 1993, Guns N’ Roses tocó nuevamente en Argentina y no dejó dudas: La jungla está en orden.


 
Nicolás Grimalt
Fotos: Del James / Katarina Benzova
 

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