La calma y la catástrofe
Edición del 20 / 04 / 2024
                   
26/08/2016 06:44 hs

River levantó otra copa en un Monumental que fue una fiesta

- 26/08/2016 06:44 hs
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Superó por 2-1 a Independiente Santa Fe con goles de Driussi y Alario (descontó Salaberry) y obtuvo la Recopa Sudamericana, el décimo título internacional de su historia, en la era moderna.


Otra Copa de nivel internacional. Una más para el inmenso River y para un entrenador gigantesco como Marcelo Gallardo, que como nacido y criado en semejante institución casi siempre está a la altura de la circunstancias. Indiscutible la conquista, aunque se haya empañado circunstancialmente con el descuento de un rival colombiano que prácticamente no lo había inquietado. El 2-0 había abierto las puertas de par en par para que el marcador se ampliara, pero no lo que sucedió en el arco rival el campeón lo padeció en el propio. Apenas un lunarcito, ya que River hizo casi todo en el partido y casi todo lo hizo bien.
 
River salió decidido a buscar el título desde la primera pelota y medió al Independiente colombiano contra los palos del arco de Zapata. Y el modo con que los dirigidos por Gallardo tomaron esta final quedó demostrada con la apertura del marcador. Mientras que los que atacaban vivieron cada movimiento intensamente, los encargados de defender no sólo perdieron las marcas sino que adolecieron también de reacción. La conclusión era obvia: definición con anticipo de Driussi y 1-0.
Hasta el minuto 25, con Ponzio como abanderado, River no le dejó ni las migas al equipo del argentino Gustavo Costas. Hasta aparecieron las sociedades de las que el entrenador tanto confía y espera. Moreira, D’Alessandro y Driussi por la derecha. Casco, el Pity Martínez y Nacho Fernández por el otro costado.
Todos respaldados por ese león que es Ponzio, el líder para saber el momento y el lugar donde se debe apretar. Y ecuatoriano Mina, que empezó a asentarse y promete darle dura lucha a Lollo por la posesión del puesto.
 

Como repitiendo la fórmula de la primera etapa, rapidísimo en el complemento hubo un visceral grito de gol en un Monumental repleto. El cabezazo demoledor de Alario puso las cosas en su lugar: dos goles era la diferencia mínima entre uno y otro. Sobre todo porque Independiente estaba mostrando muy poco, casi nada, incluyendo la pobre producción del argentino Omar Pérez, que fue cambiado para la segunda etapa.
River venía de fiesta cuando sucedió algo impensado: el descuento del conjunto colombiano, que aprovechó al máxima un movimiento con pelota detenida y alguna marca que se perdió demasiado cerca de la valla de Batalla.
El Pity Martínez tuvo el tercero pero su disparo rebotó en el travesaño. Algún centro aislado de los visitantes engordó la intriga que siempre tiene un resultado por la mínima diferencia. Pero anoche ganó y festejó el que más méritos acumuló para quedarse con la Copa. Como para que River y Gallardo continúen unidos en un ciclo fecunda para celebrar.

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