La calma y la catástrofe
Edición del 20 / 04 / 2024
                   
16/04/2013 18:33 hs

Sin la lealtad total del chavismo, para Maduro lo peor está por venir

Latinoamerica - 16/04/2013 18:33 hs
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El culto religioso a la figura de Hugo Chávez no fue suficiente. Y la inverosímil imitación que hizo su heredero político bordeó el absurdo. Así, a menos de dos meses de la muerte del líder bolivariano, el gran perdedor de las elecciones presidenciales en Venezuela fue, paradójicamente, su ganador, Nicolás Maduro.

En un país profundamente dividido, donde apremian las respuestas, el legado que dejó Chávez incluye enormes desafíos políticos, económicos y sociales. Y la ajustadísima victoria que rasguñó anteayer Maduro, la más cerrada en casi medio siglo para una elección presidencial, los amplió todos.
 
"Pero el primer reto, sin duda, es el político, porque si Maduro no consigue la legitimidad que las urnas le escatimaron, no va a poder gobernar", dijo el analista venezolano José Guerra.
 
No se trata sólo de tender puentes con la oposición, sino de cohesionar a su propio movimiento, que Chávez, gracias al maquiavélico diseño de una estructura personalista que giraba únicamente en torno a su persona, se ocupó de dejar sin un auténtico sucesor.
 
"Fue candidato del partido socialista por respaldo de Chávez, lo que forzó a las otras facciones del chavismo a aceptarlo pese a que carecía de una sólida base política y de experiencia electoral. De hecho, éste fue su primer test electoral y falló", dijo a la agencia Reuters el analista Daniel Bases.
 
Tras la desaparición del caudillo, el oficialismo ofreció una imagen de unidad para ganar los comicios. Pero por debajo de la mesa las disímiles facciones que integran el chavismo se patearon sin tregua. Estas elecciones podrían ser, por lo tanto, el puntapié inicial de una feroz lucha interna en las filas oficialistas, donde más de uno -principalmente Diosdado Cabello, número dos del partido- aguarda su turno para pasar al frente.
 
El presidente de la Asamblea Nacional, de hecho, se alzó anteayer como nuevo rival de Maduro, al difundir vía Twitter la necesidad de realizar una "profunda autocrítica" para evaluar los resultados electorales, un llamado de atención al flamante presidente venezolano.
 
Ante la falta de filas propias, sería lógico ver a un Maduro más dependiente que nunca del movimiento chavista, una amalgama de socialistas radicales, políticos pragmáticos, militares conservadores y empresarios, que estaban unidos exclusivamente por el liderazgo del comandante Chávez.
 
Con este estrecho margen de autonomía y decisión política, Maduro deberá afrontar un sombrío panorama económico, que exige ajustes inmediatos. Los tiempos que marcaron los años de esplendor del chavismo, cuando los petrodólares hacían de Venezuela una fiesta, ya no existen. Actualmente, la inflación anual supera el 20%, el déficit fiscal es del 18% y el déficit comercial alcanza el 70% del PBI. En los supermercados, además, hay desabastecimiento y los apagones son cada vez más frecuentes.
 
"Frente a una fragilidad política muy alta, se requieren decisiones económicas que se demoraron durante mucho tiempo y que seguramente generarán fisuras en el chavismo", resumió el analista Efraín Velásquez.
 
La evolución del liderazgo de Maduro dependerá de la cintura política que tenga para manejar todos estos impostergables desafíos. Entretanto, la telenovela venezolana promete más capítulos.
 
Fuente: La Nación

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