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24/07/2013 18:00 hs

Polémica por la seguridad del Papa

Internacionales - 24/07/2013 18:00 hs
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Ante los riesgos que sufrió en su llegada a Río, subieron la alerta

Decir que hay nerviosismo y alta tensión es poco. La seguridad del Papa y la vulnerabilidad a la que quedó expuesto innecesariamente anteayer, minutos después de llegar a la "Cidade Maravilhosa", no sólo se convirtieron en tema de polémica y acusaciones cruzadas, sino que llevaron a replantear el esquema de seguridad de su visita a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

"Un pontífice no puede moverse en un utilitario con las ventanillas bajas; no puede! Corrió riesgos altísimos", comentaban por lo bajo veteranos vaticanistas, que confesaban que jamás habían visto imágenes de semejante descontrol e inseguridad alrededor de un papa. Las escenas de Francisco "preso" por error en el ya célebre engarrafamento en el centro histórico de Río, cuando su auto quedó atascado en medio de una avalancha humana, eran repetidas, una y otra vez, por los canales locales.

Ayer arreciaba la polémica por una falla "increíble" en la seguridad, que podría haber resultado fatal. Las autoridades admitieron que fue un error, que para muchos confirmó el virtual fracaso del megaplán de seguridad previsto para este primer viaje del Papa.

El ministro Gilberto Carvalho, de la Secretaría General de la Presidencia brasileña, reconoció que llegó a temer por la integridad del Papa y que sintió "alivio" cuando confirmó que no le había pasado nada.

El coordinador de seguridad, José Abreu, por otro lado, mantuvo un encuentro con los responsables de la seguridad vaticana en la residencia de Sumaré, donde se aloja Francisco, para revisar con lupa el recorrido que hará hoy durante su visita al santuario mariano de Aparecida, donde habrá 5000 agentes.

Antonio Marcio de Siqueira, el alcalde de esa ciudad de 40.000 habitantes, dijo estar preparado para el evento y sorprendió al criticar abiertamente lo ocurrido en Río. "Tenemos que reconocer que, en términos de planificación, lo que pasó en Río fue una estrategia desastrosa. La seguridad del Papa estuvo comprometida", acusó.

Lo mismo pensaban expertos en seguridad. "El hecho de que el auto del máximo jefe de la Iglesia Católica quedara atrapado en el tránsito es un error grave según las normas de seguridad internacional para las autoridades", explicó al diario O Globo el coronel del ejército Diógenes Dantas. "Fue un riesgo totalmente innecesario", agregó.

"Una autoridad como el Papa no puede quedar bloqueada en el tránsito como quedó", coincidió Hugo Tisaka, consultor internacional en seguridad.

Las autoridades apuntaban a un único culpable por lo ocurrido: el conductor del auto que lideraba el convoy en el cual se trasladaba el Papa hacia el centro histórico.

En vez de tomar un carril despejado a propósito para la ocasión, se metió en un camino equivocado, cerrado y repleto de vehículos, que se convirtió en una suerte de boca de lobo. El auto del Papa tardó entonces 12 minutos para recorrer apenas 500 metros.

Ya antes de quedar atrapado, el auto papal había quedado expuesto a virtuales asaltos de peregrinos eufóricos, debido a la falta de cordones de aislamiento. Esto llevó a que fuerzas de seguridad brasileñas se acusaran mutuamente del descontrol. Mientras, alimentaba la hoguera de las polémicas el colapso del subte de esta ciudad por un problema eléctrico, justo antes de la misa de apertura de la JMJ.

Pero hubo más ingredientes para la controversia. Totalmente ajeno al lujo y famoso en todo el mundo por sus viajes en subte, el ex arzobispo de Buenos Aires quiso trasladarse en un modesto Fiat Idea, con las ventanillas abiertas para poder estar en contacto con la gente y sin cinturón de seguridad.

"Si hubiera estado en una cuatro por cuatro, un vehículo más alto, por lo menos hubiera sido un blanco más difícil de alcanzar", comentaban en la comitiva del Santo Padre, donde nadie ocultaba su alarma ante la expresa voluntad de Francisco de no usar el papamóvil blindado. "Es un pastor que quiere estar con sus ovejas, pero que tiene que aprender a ser papa", decían por lo bajo algunas voces críticas. No pocos bromeaban, además, con la publicidad encubierta que representó el incidente para el Fiat Idea, un "auto que evidentemente resiste lo peor".

Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, intentaba bajar los decibeles. "Se cometió algún error", admitió. "Pero no hay que dramatizar", agregó, al destacar que, tal como podía notarse por el rostro totalmente tranquilo (si no divertido) de Francisco, "el Papa no estaba preocupado, aunque sí lo estaba su secretario, monseñor Alfred Xuareb".

Lombardi también intentó relativizar la importancia del hallazgo de un explosivo en el baño de un estacionamiento del santuario de Aparecida. "Más que una bomba, era un pequeño artefacto artesanal, para nada relacionado con el Papa", dijo.

En vista de una agenda más que intensa en los próximos días, el Papa se tomó ayer un día de descanso, algo habitual para un pontífice después de un viaje intercontinental que implica un cambio de huso horario de cinco horas. Para alegría de sus ángeles custodios, Francisco nunca salió de la residencia de Sumaré, del arzobispado, en cuya capilla celebró misa por la mañana.

Hoy, muy temprano, se trasladará hasta el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil. Francisco es especialmente devoto de esta pequeña virgen negra, a quien le encomendará su joven pontificado, marcado por vientos de reformas. De hecho, él pidió incluir la visita, no prevista en el programa original de la JMJ, por razones personales. En 2007, cuando aún era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio tuvo un rol destacado en la reunión que tuvo allí el episcopado latinoamericano y fue elegido relator de su documento final.

El traslado hasta el santuario, ubicado en el estado de San Pablo, se realizará en avión y no en helicóptero, como estaba previsto, por razones climáticas. Las polémicas por la seguridad del Papa se tradujeron ayer en un dispositivo de seguridad aún más impactante, que hacía parecer Río una ciudad bajo estado de sitio, totalmente militarizada.

En un día lluvioso y frío en la bahía de Guanabara, cuya costanera fue escenario de la misa de apertura de la JMJ (ver aparte), llamaba la atención la presencia de un barco de guerra. Pero los cientos de miles de jóvenes peregrinos no se alteraban. "Yo no me asusto por lo que pueda pasarle al Santo Padre", dijo Celia García, una mexicana envuelta en un poncho de plástico: "Siento que el Espíritu Santo lo protege".

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