El partido de ida por los octavos de final comienza a las 21, en el Monumental; Arruabarrena mete siete cambios y Gallardo haría dos en relación al encuentro del domingo
mo plantear el presente con la justa proyección del futuro. Que esa traza de lo que vendrá no se vuelva exagerada ni escueta. El mano a mano entre River y Boca , por los octavos de final de la Copa Libertadores , empezará hoy, a las 21, en el Monumental, y terminará en una semana, en la Bombonera. Tienen demasiado de por sí entre manos. Y ni qué decir, entonces, con los antecedentes inmediatos que envuelven el superclásico , ahora en el campo internacional. Vale doble. Esta llave sí que vale doble.
Boca tiene más paño y está algo más fresco. En el capítulo que abrió la serie de los tres enfrentamientos, rotó piezas y el 2-0 le dio impulso en el torneo local. Más que el resultado en la Bombonera, a River lo abruma el bajón de algunas individualidades y no sentirse tan rápido ni lúcido en el juego como antes. Depende demasiado de Mora y Teo Gutiérrez perdió la eficacia de los buenos tiempos.
Ambos guardaron información y trataron de que poco quedara en evidencia. River haría dos cambios respecto de la derrota en La Boca: Ramiro Funes Mori y Leonardo Ponzio entrarían por Germán Pezzella y Ariel Rojas. Aunque se había especulado con el ingreso de Fernando Cavenaghi, Gutiérrez, que nunca le hizo un gol oficial a los xeneizes, tendrá otra oportunidad. En Boca, Rodolfo Arruabarrena duda entre César Meli o Andrés Cubas y entre Federico Carrizo o Nicolás Lodeiro. Eso sí: entrarán Leandro Marín, Marco Torsiglieri, Nicolás Colazo, Fernando Gago, Pablo Pérez y Jonathan Calleri, éste en un cambio táctico por Daniel Osvaldo. Estrategia pura.
La Copa Libertadores los reunió muy temprano. Boca, el mejor de la serie de grupos, está frente a River, el peor de los segundos, que en varios momentos se sintió fuera de competencia. Aunque las cartas de presentación rara vez tengan peso en un superclásico a todo o nada.