Luego de rendir ayer homenaje como mártir a un valeroso sacerdote asesinado por la mafia siciliana, el papa Francisco llamó a los jefes del crimen organizado a abandonar sus conductas delictivas, particularmente la explotación de personas en tareas denigrantes como la prostitución.
 
"Mis pensamientos están con el sufrimiento de mujeres, hombres y también niños que son explotados por muchas mafias que los convierten en esclavos a través de la prostitución, a través de muchas presiones sociales", dijo Francisco refiriéndose por primera vez a la mafia desde que se convirtió en sumo pontífice, el 13 de marzo pasado.
 
"No pueden hacer esto, no pueden hacer esclavos a nuestros hermanos, debemos rezar al Señor para que estos mafiosos se conviertan a Dios", agregó el papa argentino.
 
Francisco hizo el peculiar llamado tras la bendición semanal del Angelus en la plaza San Pedro y sus palabras recordaron una conmovedora súplica realizada hace 20 años por Juan Pablo II.
 
Los asesinatos de alto perfil por parte de la mafia italiana han declinado desde la década de 1990, pero a través de actividades como la prostitución, la extorsión y el tráfico de drogas aún sigue siendo una poderosa influencia sobre el país y su economía, en donde lavan sus ganancias.
 
Según estimaciones de Naciones Unidas, los principales grupos criminales italianos -la Cosa Nostra siciliana, la calabresa -Ndrangheta y la Camorra napolitana- tienen ingresos anuales por 150.000 millones de dólares.
 
Esa cifra es superior a las ventas anuales de la mayor compañía de Italia, el gigante petrolero Eni.
 
Francisco recordó el ejemplo del sacerdote antimafia siciliano Giuseppe Puglisi, que murió a manos de hombres armados en 1993 en la puerta de su casa en Palermo, y fue beatificado anteayer.
 
El Vaticano honró a Puglisi como mártir en la ceremonia, realizada 20 años después de que varios hampones lo asesinaron en esa ciudad por predicar con tono desafiante contra las actividades de la mafia en barrios en los que operaba la Cosa Nostra.
 
Francisco dijo a la multitud congregada en San Pedro que la mafia mató a Puglisi porque intentó evitar que los jóvenes sean reclutados por el crimen organizado.
 
El Papa no asistió a la ceremonia de beatificación realizada cerca de la costa de Palermo. En cambio utilizó su tradicional presentación dominical ante los peregrinos en San Pedro para ensalzar a Puglisi como un mártir y "un sacerdote ejemplar".
 
Puglisi fue abatido meses después de que el papa Juan Pablo II peregrinara a Sicilia y conminara a los mafiosos a "transformar" sus corazones. En aquel entonces la isla seguía conmocionada por los asesinatos con bombas en 1992 de los principales magistrados antimafiosos de Italia, entre ellos el popular Giovanni Falcone.